Oz A pesar de todo Isma y yo nos sentíamos bien al saber que el asesino de mis sobrinas había pagado con su vida por el dolor provocado, pero ahora nos encontrábamos en un aprieto mayor al saber que su hermano había logrado escapar y lo peor de todo, fue que no perdió tiempo logrando salir lo antes posible de la ciudad entre vías alternas perdiéndole la pista. Sin más opciones, regresamos a L.A. para recoger todas las cosas de él que por suerte ya estaban empacadas, pero nada nos preparó para la increíble sorpresa que nos estaba esperando. —Maldito hijo de perra, seguramente debió llamarlos en el camino —dice Isma con evidente frustración al ver por lo menos diez patrullas de la policía rodeando su casa. —Dejemos que tomen todo por ahora y desaparezcamos de aquí. Sé que no quería irse