Estoy en el país de mis sueños cuando siento que alguien me da besos en el rostro. Abro los ojos y miro esos profundos ojos verdes. Su fantástica colonia llena mi nariz, y no necesito que me digan dos veces a quién pertenece. —Ciao Bella (Hola hermosa)—dice sin dejar de colocar increíbles besos alrededor de mi rostro. —Oye—digo riéndome de todos los besos. —Espero que hayas descansado bien, mi amor. —Lo hice, querida. —Eso es bueno; Me alegro de que lo hayas hecho porque tenemos un lugar donde estar en la próxima hora. —Y dónde podría ser eso—digo sentándome. —Eso es para que yo lo sepa y tú lo descubras—dice quitándose la camisa. —Voy a tomar una ducha—dice entrando al baño. —Está bien, si tú lo dices—digo preguntándome qué ha planeado Enzo, porque la última vez que planeó una so