Capítulo Tres

1757 Palabras
           ꧁Capítulo Tres; Eva꧂ Abro los ojos con pesar, anoche Christian y yo hablamos por horas, nos pusimos al día e hicimos planes, planes como una familia. En ningún momento dejó de acariciarme de besarme, de decir palabras dulces para mi. Estoy muy enamorada, muy feliz.  Veo a mi esposo dormir con tranquilidad, acaricio su cara y siento como se remueve un poco. Pienso en todas las noches en las que no pudo dormir, en las noches que sufrió tanto como yo.  Me levanto dispuesta a darme una ducha antes de ir a ver a Simón, anoche durmió bastante tranquilo y Mag un poco más, pues la escena con Christian y Ana la dejó muy sorprendida.  Me desvisto y abro la llave, siento mis movimientos en automático, mientras me baño mis pensamientos vagan hasta el recuerdo de anoche.  No negaré que también me sorprendió ver a Christian usar sus poderes, conmigo los usó pero en su momento no me dí cuenta, no hasta anoche que hizo lo mismo con ella.  No sé qué otras cosas pueda hacer, leer la mente y borrar recuerdos, crear nuevos... Eso me pone algo inquieta, ¿él sería capaz de hacerme olvidar los problemas que llegasemos a tener en un futuro? No podría soportarlo, sería como estar viviendo en una mentira, sería como si yo fuera un títere. Me pongo mi bata de baño y abro la puerta, me sobresalto al ver a Christian sentado en la cama con la vista fija en mi. Su expresión me confunde.  —¿Christian?  —¿De verdad crees que va a funcionar? –cuestiona y siento el alma abandonar mi cuerpo.  —¿De qué hablas?  —No sé cómo pero pude escuchar lo que pensabas, prometí no escuchar tus pensamientos, no a menos de que tú así lo quisieras. ¿Era tu intención que yo escuchara eso? Y peor aún. ¿Realmente crees que yo sería capaz de manipular tu mente para mi beneficio? Si eso hubiese querido lo haya hecho desde aquel día en el que llegaste a mi casa, tuve muchas oportunidades y nunca me pasó por la mente usarte.  —Christian yo...  —¿Realmente crees que yo sería capaz de semejante cosa? –me interrumpe–, creo que nunca confiaras en mi por lo que soy y lo que hago.  —Christian por favor, yo no sabia que estabas escuchando.  —¿Realmente piensas eso de mi? –cuestiona dolido.  Juego con mis dedos, no sé qué responder, no puedo decirle que no pienso eso por que claramente lo pensé. Escucho como se levanta de la cama y se pone su camisa, veo un poco de su cicatriz, no puedo mentirle, no quiero hacerlo. Yo no recibiría ningún castigo como él, pero no me lo perdonaría jamás.  Christian abrocha el último botón de su camisa, se calza los zapatos y sale de la habitación sin siquiera mirarme.  No siento ni fuerzas para detenerlo, para decirle que fue solo un pensamiento vago. Aunque en realidad no sé si lo fue. Inmediatamente Mag abre la puerta y me mira con angustia.  —¿Qué ocurrió hija?  Yo solo puedo negar con la cabeza y sentir como me ahogo con el sollozo que esta atrapado en mi garganta. Mag camina hasta mi y me abraza y me consuela como desde hace tiempo lo ha hecho.  —Tranquila mi vida, tranquila. Dale un momento para que sea lo que sea que ocurrió pase. Los hombres suelen herirse más rápido de lo que uno piensa, el hecho de que sean hombres no les quita que también sufran y se sientan heridos. Sobre todo a estos dos que el infierno los ablanda.  Río por su comentario ella tiene razón. Simón es la prueba de ello. ¿Quien iba a pensar que él tiene sentimientos tan bonitos? —No quiero perder a Christian,  Mag yo... Pensé cosas que no debía y él...  —¿Él puede leer tus pensamientos? –me interrumpe.  —Solo si yo lo deseo pero esta mañana mientras me bañaba estuve pensando en lo de Ana y... —¿Tienes miedo de que haga lo mismo contigo? Asiento sintiendo como me pesa aceptarlo. —Cuándo yo supe lo que era mi esposo me dio mucho miedo no te lo voy a negar, la mente en ese entonces no era tan abierta como hoy a lo diferente, yo le puse algunas restricciones para que nuestro matrimonio funcionara. Y míranos ahora, Christian y tú pueden hablarlo y llegar a un acuerdo. Sorbo mi nariz por que ya no aguanto el llanto, tengo miedo de perderlo. La puerta se abre y la mirada curiosa de Ana me escanea, lleva a mi hija en brazos. —¿Eva qué ocurre? -cuestiona con naturalidad.  Mag se levanta por Victoria y la trae conmigo. —No me siento muy bien. —¿Es por Christian? Él y papá están hablando justo ahora. ¿Quieres que vaya a oír? –cuestiona con la inocencia de una niña traviesa. No puedo evitar reír. —No, mejor vente y platicamos.  Ella asiente y a pesar de que tenemos casi la edad, ella se ve tan tierna como una adolescente.  Veo a Mag sonreír, ella extrañaba a su hija y no la culpo, Simón y Mag son los padres de Ana y por mucho daño que ella les haya causado nunca dejara de serlo. Eso me hace pensar en Helena, no sé por que demonios me mintió durante tanto tiempo, puede que haya tenido sus motivos pero por amor al cielo no la justifico, ella debió hablar, o por o menos tratarme diferente. ¿Será que algún día podré perdonarla? ¿Será que algún día voy a entender sus motivos?  Siento mucha felicidad por la mujer que tengo enfrente, ella merece que su hija este aquí, de donde nunca debió irse.  La puerta se abre y veo a Simón sonreírnos, Ana corre hasta él y lo abraza y lo besa, Simón corresponde amoroso a su gesto, seguramente Christian ya le informó de lo que hizo, ellos comparten un par de palabras y sonríen, dios, se me hincha el pecho de felicidad.    —Hija, ¿podemos hablar?  -me mira de manera tierna.  Asiento sin decir palabra, él no cambió conmigo y se lo agradezco. Sale de la habitación y me levanto para cambiarme, Ana juega con Victoria quien sorpresivamente no la rechaza. Una vez que terminé de cambiarme salgo de mi habitación y voy al despacho de Simón, se encuentra acomodando unos papeles.  —Hija, pasa por favor.  Cierro la puerta y me siento frente a él, me mira pensativo y eso me pone alerta. —¿Qué ocurre? -me atrevo a preguntar.  —Christian me dijo que tuvieron un desacuerdo, no quiso entrar en detalles y quiero que tú me lo digas.  Siento de nuevo las lagrimas juntarse en mis ojos, la sola idea de haberlo perdido me aterra.  —Yo...Él pudo leer mis pensamientos, pensamientos que llegaron a mi mente cuando recordaba lo que hizo anoche con Ana. Yo no quería que él supiera mis dudas y mucho menos quería lastimarlo.  —Mi niña, todo esto es mi culpa, si yo hubiese sabido desde un principio que tú eras la mujer de la que Ross estaba enamorado te juro que hubiese dado mi vida para que todo fuera diferente. —No te culpes, nadie sabía que esto iba a pasar, esta vez yo lo arruiné sola.  —Christian me dijo lo que hizo con Ana, no tengo nada tan grande para agradecerle,  excepto quitarlo del cargo que lleva.  Escucho las palabras de Simón y no lo creo, ¿él va a quitar a Christian de su cargo? —Pero eso significaría que tú... —No importa, no te preocupes por eso, haré que alguien más se encargue. Quiero que tú y Christian sean felices por que ya han sufrido bastante. Victoria merece tener todo lo que a ti te hizo falta y todo lo que deseaste. Ahora ve y arregla tu maleta, Christian te esta esperando.  —¿Esperándome?  —Aún tienen una luna de miel que disfrutar.  Siento mis ojos hacerse agua, Christian no piensa alejarse de mi.  —Christian te ama hija, él está dispuesto a dejar esto para hacerte feliz.  —Gracias por todo. De verdad gracias.  Me levanto de la silla y lo abrazo. Este hombre me ha levantado del hoyo en donde estaba y ahora me da el mejor regalo, la libertad de mi marido.  —No me agradezcas, todo lo hago por que en su momento tú me ayudaste mucho y por que te quiero. A pesar de no ser mi hija sabes que te amo como a una.  Asiento llorando como cría, hace unos segundos me sentía perdida al saberme lejos de Christian otra vez, sin embargo Simón lo dejará libre para que podamos hacer nuestra familia como siempre deseamos.  Christian no me abandonó a pesar de lo que escuchó en mi mente, y eso es algo que me hace inmensamente feliz.  Subo a mi habitación y veo a Mag jugar con Vi en la cama.  —¡Christian esta esperándome!  Mag sonríe y Ana aplaude emocionada. Aún siento extraña su presencia pero no me mal entiendan, me alegra que ella esté aquí, pero no sé aún con que verdaderas intenciones lo haya hecho antes de que Christian entrará en su mente.  —Te ayudaré a arreglar tus maletas. –se ofrece y no me da tiempo de decirle nada.  Mag me abraza y beso la frente de mi pequeña, todo esta bien ahora, todo lo está.  ༄༄༄༄ Una vez que me despedí de mi hija como veinte veces y de asegurarme de que Mag, Simón y Ana estuvieran bien, voy de camino al aeropuerto, en donde me esta esperando el amor de mi vida.  El coche de Simón se detiene y mis ojos amenazan con llenarse de lágrimas.  Christian espera a un lado de su Jet, lleva ropa muy informal y esa sonrisa que me encanta. Ha hecho un camino de flores que dan hacia donde está él.  El chófer se encarga de bajar mi maleta y llevarla hasta allá. Christian me hace una seña para que camine hasta él, no dudo ni un segundo en hacerlo. Mi corazón está frenético y emocionado, apenas puedo creerlo.  Llegó hasta él y toma mi mano.  —Mi hermosa Evangeline, el amor de mi vida, la madre de mi hija, lo mejor que la vida me pudo regalar... Subiendo a este Jet, todo lo pasado se queda ahí, en el pasado. Y yo te prometo que a partir de este momento, me entrego en cuerpo y alma a nuestra familia.  Soy consciente de que dijo en cuerpo y alma, y eso es gracias a que Simón se la ha devuelto para que podamos ser felices.  —Aún sin alma, aún siendo todo lo que eras hasta hace unas horas, nosotros ya eramos felices. –señalo y el besa mis labios–. Te amo Eva, mi Eva.  —Te amo Christian, mi Christian.  —Vamos que nos espera una gran semana. Hay cosas que he deseado hacer desde que atravesé la puerta de la iglesia.  Siento el calor subir por mis mejillas, casi puedo apostar que no está hablando de contarme un cuento.  Toma mi mano y subíamos juntos al Jet, siento mucha emoción, excitación, alegría. Por fin seremos él y yo uno solo. 
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