El duque Johan Kreigos estaba despierto, pero por su salud necesitaba descansar y vio con horror que la silla de ruedas que solía ser de su hija pasó a convertirse en su medio de transporte. Angela aguantó la risa – debo tomar una foto y guardar este momento para la posteridad. – No te atrevas. – ¿Puedo salir en la foto? – preguntó Maxime – papá, ¿puedo? El duque frunció los labios varias veces antes de ceder – puedes, hija. Maxime dio brincos de felicidad y Angela se sintió muy orgullosa de su hija – iré a conseguirlo, Max, tú quédate aquí a cuidar de tu papá, ¿de acuerdo? La pequeña asintió. Para el duque Kreigos darse cuenta de que ya no sería capaz de realizar muchas de sus actividades sin ayuda fue un duro golpe, especialmente porque tenía una hija pequeña a la quería ver crece

