Ya era de noche, Verónica dormía y Sirey caminaba descalza por el piso de la habitación para llegar a la puerta, podía sentir que se abría muy lentamente y que el sonido de chirrido era tan estridente como el paso del tren, frunció los labios, terminó de abrir la puerta, respiró profundamente y salió al pasillo.
La mansión era silenciosa, caminó muy despacio hasta llegar a la puerta que daba al invernadero y desde ahí salió al jardín, pisó una rama que se clavó en su pie y se cubrió la boca para no emitir un gemido. Desde ahí conocía el camino y era fácil evitar las lámparas que iluminaban el exterior en caso de que alguien decidiera despertar a media noche y abrir la ventana.
Llegó al establo, Lirio estaba dormido y de pronto se dio cuenta de que era un poco agresivo despertarlo y pedir
