“No, no puede ser,” pensó el hombre con angustia palpable, intentando recuperar el aliento. Intentó moverse, pero su cuerpo parecía petrificado de alguna manera. A medida que pasaba el tiempo, la sensación era difícil de sortear. Todo había quedado en completo silencio, mientras los presentes trataban de descubrir lo que había ocurrido afuera de la mansión. —Richard… —Alexa miró al aludido con ojos suplicantes, mientras este miraba a los policías con confusión—. ¿Q-qué… ocurre? ¿Él está…? —¡Que nadie se mueva! —un oficial entró a la sala, sobresaltando a todos, quienes seguían parados sin siquiera pestañear. —¿Y m-mi abuelo? —habló Xander finalmente, tragando el nudo en su garganta. El oficial iba a abrir la boca para responderle, pero un enorme revuelo se armó afuera, e incapaz de