Después de la comida y el no tan agradable pero honesto postre, Sam le pidió a Katlyn pasar el rato en el jardín, mientras Tobías se divertía jugando con Neo, tomaron asiento en uno de los sillones de color crema que daban una vista panorámica del gran jardín, sobre sus cabezas colgaban preciosas glicinias que estaban en su apogeo, por lo que el color purpureo y azulado reinaban con ímpetu, el cálido viento del dulce verano le mecía los rulos a Kat-Kat, que embelesada miraba como el chico a su lado posaba su rostro al frente, permitiéndole apreciar su semblante masculino y bien definido. En su cabeza, ella estaba repasando parte por parte cada facción que podía describir.
“Cejas gruesas, nariz recta y un poco respingada en la punta, mentón cuadrado, digno de las mejores obras talladas en
