Esa noche no pude dormir por pensar en Amelia. No era un nombre muy usado, así que si conocía a alguien con ese nombre no la recordaba. ¿Será que Laura me había mentido? Resoplé y busqué por todos lados la pre-lista de invitados al casamiento que habíamos hecho. Si era conocida de los dos iba a estar invitada. Después de rebuscar en los lugares más insólitos terminé encontrando el papel en un cajón del armario, junto a las cartas románticas que Damián me había mandado durante todos estos años. Decidí tirarlas a la basura sin siquiera echarle un vistazo, sino me iba a deprimir y todo lo que había logrado en este tiempo sobre no pensar más en él no iba a servir para nada. Me senté en el borde de la cama y me puse a revisar la lista. Mis manos temblaban de los nervios y pegué un gritito c