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1191 Palabras

El lunes después de la fiesta me costó levantarme para ir a trabajar. Tenía ganas de quedarme en la cama, pero me di cuenta que no podía volver a deprimirme y tomé la decisión de salir. Apenas me dio tiempo para bañarme rapidito, me abrigué y me fui. Me hubiera quedado en casa, pensé mientras me pintaba las uñas en mi oficina. Ya habían pasado dos horas de jornada y no tenía absolutamente nada de trabajo, era un día tan aburrido que pensaba tirarme una siesta en el escritorio. Mi estómago comenzó a rugir por no desayunar, así que decidí salir a comprar aunque sea una barrita de cereales. Esperé a que mis uñas se secaran y me levanté para dirigirme a la puerta. Justo cuando la abrí estaba Matías, con los nudillos en alto como si fuera a tocar. Sonrió al verme. —Te llamé con el pensamient

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