Lili
Hundí mi cabeza en el hueco de su cuello pasando mi lengua por su piel, con mi pecho pegado al suyo y mis caderas balanceándose sobre su regazo. Los dos completamente perdidos por el deseo, con nuestras respiraciones agitadas y con muchas ganas que todavía no se saciaban del todo.
—Maldición —gruñó cuando tomé el lóbulo de su oreja entre mis dientes, sonriendo ante lo que un simple gesto provocaba en él.
Solté un pequeño grito cuando me giró dejándome debajo de su cuerpo, con mis piernas rodeando su cadera y mis ojos puestos en los suyos. La intensidad de los suyos me hicieron sonrojar más de lo que ya estaba, sintiéndome vulnerable ante su presencia, mi pecho comenzó a palpitar más rápido y no por los movimientos que me agitaban sino por lo que una simple mirada suya provocaba.
