No es que conozca a Grecia hace demasiado tiempo, pero tampoco hace falta pasar una vida junto a ella para entender que la coraza que lleva puesta es su única defensa. A veces pienso que, si hubiese podido rescatar a mi hermana, ella estaría comportándose de una manera muy similar a la de Grecia. Me hierve la sangre al imaginar como lo hombres habrán podido tocar a Zamira. Me duele imaginar que la obligaban a tener sexo con desconocidos, que su vida pudo ser un martirio. Tal vez por saber todo esto es que comprendo tan bien a Grecia. Su respiración en estos momentos es incontrolable. Veo la forma en la que dobla sus dedos tratando de quitar los nervios, y me duele saber que esta así por el hecho de que en esta ocasión compartiremos la suite del hotel. El joven deja nuestro equipaje, e