- Hola -le dije animadamente, como si lo conociera de toda la vida. Él levantó su mirada, sus ojos se veían mucho más hermosos e intensos de cerca y pude notar el asombro que mi presencia le causó. - ¿Qué haces? -preguntó con el ceño fruncido mientras cerraba su libro y lo dejaba de lado- -Nada, sólo que somos los únicos aquí, así que vine a hacerte compañía –apoyé mis brazos en la mesa, sin despegar mi vista de la suya- -Gracias, pero no necesito tu compañía -añadió seco y volvió a su estúpido libro- ¿Me ofendió? Pues sí. Ningún chico me ha rechazado nunca y tú no serás la excepción. Así que firme a mi postura no me moví de mi lugar y continúe con mi penetrante mirada, sé que podía sentirla ya que se removía nervioso en su asiento. Mientras tanto aproveché de mirarlo más detalladamen