La conexión que siento con él nunca la sentí con nadie. Es increíble, pero es como si nuestros corazones latieran al unísono, al igual que nuestras respiraciones. Acaricia mi cintura en silencio mientras yo tiro con suavidad los pelitos de su pecho. Hace media hora que estamos así, después de haber hecho el amor durante casi cuatro horas, con varios intervalos y precalentamientos. Es como si entendiera mi cuerpo a la perfección, como si fuésemos hechos el uno para el otro. Puede ser, porque si estuvimos enamorado durante tanto tiempo, incluso sin vernos, es porque algo en el destino hay.
—Dejá de pensar en el destino —comenta con una sonrisa. Lo miro con sorpresa—. Estoy pensando en lo mismo que vos, así que...
—¿También pensabas en el destino? —interrogo interesada. Asiente con la cabe
