—¿Que es todo eso que me enviaste? No pude leerlos.—inquiere la rubia. Nos encontramos sentadas en una mesa del fondo de la cafetería. —Información importante rubia, leelos en cuánto puedas.—le aseguro. Ella asiente y da un bocado a su espagueti. —Es posible que haya descubierto una gran parte de todo el misterio.—canturreo sonriente.—, Solo me faltan algunas piezas del rompecabezas. Ella me mira con sorpresa, como si no pudiese creer lo que escucha. —¡Al fin! Ya tanto misterio me tiene cansada...—celebra. La miro con suficiencia, ya estamos más cerca de la verdad de lo que se imagina. Siento mi vientre doler y de inmediato me levanto. —Ya vuelvo, iré al baño.—le aviso y ella asiente. Camino por el largo pasillo, hasta encontrar el baño de chicas. Hago mis necesidades, lavo mis ma