Me despierto cuando escucho que tocan la puerta con furia, me pongo de pie y me voy para los lados, me siento muy débil, abro la puerta y Enzo está furioso, se queda viéndome de pies a cabeza. —Vaya así recibes a tus visitas. Me siento tan mal que no me di cuenta que estoy en ropa interior, vuelvo a mi habitación y me pongo la bata. —¿Qué quieres? —Te vez terrible. —Si aparte de dar mala suerte estoy horrible ¿algo más? Se acerca y toca mi cara, sus manos se sienten cálidas. —Tienes mucha temperatura. Y como toda una niña de papá me suelto llorando, él se sorprende y me abraza, sus brazos de alguna manera me reconfortan, me sienta en el sillón con cuidado cuando estoy más calmada, saca su teléfono y hace una llamada. —Necesitas un baño. —¿Apoco también huelo feo? El sonríe. —