[Gael ]
Quiero suponer que a partir de este momento me puedo considerar una persona divorciada. Adela no llegó y por más que la esperé nunca salió por la puerta de nuestra casa. Aún no sé qué pensar, es más, debo pensar que le diré a mi familia cuando me vean llegar a Málaga sin ella ¿tendré el valor de mentirles? Las veces que he ido en el verano el pretexto era una película ¿pero ahora? ¿qué pretexto podré darles?
Mientras voy en la van directo a la estación del tren, traigo entre mis manos el móvil con el número de Adela listo para ser marcado, no tengo el valor y debo admitir que hace meses que no le llamo por teléfono así que sería la llamada más incómoda entre los dos.
Por fin, dos días atrás, se resolvieron las incógnitas, ni ella dijo lo que yo escuché y ni yo hice lo que ella vió, la única diferencia aquí es que yo no le he dicho lo segundo y Adela sigue pensando que soy el peor hombre del mundo, que posiblemente me haya cogido a "N" número de mujeres, ¿ que por qué no se lo dije? Porque no creo que ella me crea que no lo hice, y tardaría más en convencerla que yo tampoco he tenido relaciones en todos estos meses, que en pedirle que me dé otra oportunidad... o bueno eso creo yo.
Aún así, eso ya no importa. Adela ha dado el portazo y me ha dejado fuera de su vida, y ese bonito matrimonio que tanto planeábamos tener y todos viajes y cosas que queríamos hacer se han quedado sólo en sueños y pensamientos que nunca se podrán hacer realidad. Perdí a una esposa que ni siquiera conocí ni pude amar y eso duele más.
Me bajo en la estación y tomo mi maleta, traigo los dos boletos del tren en mi abrigo y juego con ellos mientras camino hacia la puerta. Sé que podría ser reconocido y que posiblemente me pregunten por ella pero es más fácil sonreír y compensar eso haciendo fotos que la mirada de mis padres preguntándome ¿dónde está tu mujer? En fin, tengo varias horas para crear un plan y salirme aunque sea, por este momento, con la mía, festejar las navidades y ya después enfrentar ese divorcio que ambos nos buscamos.
Afortunadamente la estación está un poco vacía y me da tiempo de entrar a las pequeñas tiendas y revisar los nuevos libros y revistas que hay. La revista de Adela está por todas partes y me vuelvo loco sólo de verla, tan sonriente, tan guapa, tan hermosa, dando consejos sobre la vida ideal y el fitness y luego regresar a una casa llena de tanta... soledad. Ni siquiera la felicité en su cumpleaños este año, dije en una entrevista que había sido en privado, y me salvó el hecho de que ella estuviera en el set, ella tampoco me felicitó en el mío, yo estaba promocionando una película así que otra vez nuestros trabajos taparon tanta farsa. Lo peor de todo, es que nuestro aniversario se acerca, el 23 de diciembre, y su ausencia ahora sí se verá más que obvia y no creo que ningún plan nos salve de eso.
— ¿Tú eres Gael Salvatierra, cierto? — escucho una voz femenina que interrumpe mis pensamientos.
— Sí — digo sonriente.
— Soy muy fan tuya ¿me permites una foto?— y me acerca el móvil, yo lo tomo, sonrío y nos tomamos una selfie.
— ¡Gracias! — dice emocionada y cuando me doy cuenta ya hay varias personas que han empezado a aparecer para la foto. Debo confesar que en este momento no tengo ganas de fotografías y mucho menos de dar autógrafos, pero ellas no tienen la culpa de que mi matrimonio en verdad sea un caos.
Pacientemente voy tomándome fotos con todos hasta que llega la pregunta que me desconcentra por completo — ¿Y Adela? ¿No vino contigo? Quería que me autografiara la revista.—
En realidad no sé qué responderle, ni yo sé por qué Adela no vino conmigo, al igual que ella yo también la esperaba y ahora, el pretexto que pensé que tenía algunas horas para crearlo debe ser dado en este instante.
— Lo siento cari — escucho una voz detrás mío — Pero no encontraba el regaliz que me pediste — y saca de su bolsa de mano una pequeña bolsa con dulces.
Entonces ahí aparece, Adela, en un abrigo n***o, con unos jeans entubados del mismo color, gafas de sol, cabello suelto y esos labios rojos que hacen juego con todo.
— ¡Ah! Me preguntaba dónde estabas — y le sonrió cálido y ella hace lo mismo.
— Lo siento si me tardé — contesta y toma la revista de la chica y le da su autógrafo — ¿nos vamos cariño? Creo que nuestro tren está por salir.—
Pasa su mano por debajo de mi brazo y ambos tomamos nuestras maletas y comenzamos a caminar hacia la puerta. Vamos a paso firme y sin mirar a nadie más, es más nuestra prisa por salir de ahí y terminar con la escena que el hecho de que podamos perder el tren. Bajamos las escaleras y yo tomo su maleta — Te ayudo Dela — le susurro y ella sin poner ningún pretexto me la da. La actuación es perfecta, tanto que por un segundo me la creo, creo que Adela está enamorada de mí, creo que ella me compró ese regaliz y le creo que me llama cariño todas los días.
Subimos al tren y después de acomodar las maletas nos estamos juntos en el lugar que escogimos. Ella toma mi brazo y se recarga en mí, quitándose el frío, buscando calidez. Después, como si todo fuera natural se acerca a mis labios y me besa, es uno ligero, tierno, esperanzador. Entonces las puertas del tren se cierra, éste avanza y saliendo de la estación, ella me suelta y se cambia frente a mí, se acabó la actuación y de nuevo de vuelta a la realidad.
Adela saca un libro de su bolsa y, como si viniera sola, comienza a leer tapándose la cara con el libro. Yo la observo atentamente, necesito hablar con ella preguntarle qué pasó, qué le hizo cambiar de opinión, pero al ponerse los audífonos me doy cuenta que esa plática tendrá que esperar porque ahora no es algo que a ella le interese. Al igual que ella tomo mis audífonos, escojo una playlist en mi móvil y miro por la ventana, volveré a intentarlo más al rato.
[Adela]
Llevo 20 minutos pretendiendo que leo pero en verdad no he pasado de la última frase que en verdad estaba leyendo. Gael se encuentra totalmente concentrado en su móvil y sé que debemos hablar pero no bajaré por ningún motivo el libro, no estoy lista para ser yo la que inicie las conversaciones, ni para dar el primer paso. De repente una leve mirada coincide con la mía y yo la esquivo de nuevo hacia el libro — ¿Entonces así será? — escucho su voz.
— ¿Será qué? — pregunto mientras finjo leer.
— Me ignorarás todo el viaje y no hablaremos al respecto.
— Dijiste que querías que fuera a Málaga contigo, nunca me dijiste que cuando estuviéramos solos tendríamos que hablar — y paso la hoja.
— Vale, ahora necesitas instrucciones más precisas — me dice serio e ignoro el comentario — fue muy buena actuación la que hiciste en la estación.—
—Soy buena actriz, hay dos globos de oro que le dan validez a eso.—
— Sí, pero los besos que me das no son actuados, los sientes al igual que yo.—
— Eso no lo sabes, tenías meses sin besarme, tal vez soy tan buena actriz que te hice creer que los sentía — y bajo el libro y lo guardo en mi bolsa.
— Entonces así será, sin hablar de lo que pasa entre nosotros — continúa
—¿De lo que salió en la terapia? ¿Qué pensaste? Que con el hecho de habernos enterado de la verdad caería a tus brazos y olvidaría todo... pues no, te equivocas, no será así.—
— Pero al final de cuentas estás aquí ¿no? Eso quiere decir que nos estás dando una oportunidad — replica.
— Tal vez sólo quiero despedirme de tu familia, ellos no tienen la culpa de todo el caos que hemos vivido.—
—¿Por qué no llegaste a tiempo? — pregunta tratando de mantener mi atención.
— Me quedé dormida, así que no bajé a tiempo. Afortunadamente el metro es más rápido que la van y llegué justo para el cierre con broche de oro, tal como debería de ser.—
— No te creo — me dice en seguida.
—No me creas, durante casi un año no lo haz hecho, no me afecta en nada que lo hagas o no.—
Gael me observa con esa mirada intensa que siempre da, siento que me desnuda sólo con los ojos y debo admitir que esa sensación causa de nuevo en mí un poco de nervios, después de meses él me ve, pasé de ser la persona que vivía en la casa, a ser "Dela" de nuevo, a sentir el contacto de sus manos, a saborear sus labios, a preocuparse por lo qué hago o a dónde voy.
— Tú sabes cuál es mi intención en este viaje Adela, pero no sé cuál es la tuya, así que te pido que mientras estemos en Málaga con mi familia saquemos una bandera blanca y por estas semanas nos tratemos como gente educada y normal.
— Educada y normal — y saco una leve risa.
— O prefieres cómo si estuviéramos felizmente casados... ¿Qué prefieres? —
— Preferiría no tener que fingir Gael — y comienzo a arreglarme y a pintarme los labios — Eso me hubiera gustado más, pero supongo que ya no hay marcha atrás y ahora fingir es lo nuestro, soy buena en eso.—
Gael se para de inmediato y se pasa a mi lado, el sentir su cuerpo al lado mío me pone muy nerviosa, siempre ha sido así, la testosterona que este hombre irradia pondría así a cualquier mujer que pasara en este momento. Me toma entre sus brazos y sin que yo pueda evitarlo me besa.
Sus fabulosos y carnoso labios se funden con los míos, es el cuarto beso que nos damos en estos días y cada uno más fabuloso que el anterior. Me besa con una pasión pero a la vez un cariño que no puedo describir, me molesta que lo haga tan maravillosamente y que yo no pueda resistirme, pero a la vez me encanta sentirle de nuevo cerca mío, me hace sentir viva.
Él se aleja agitado y me mira a los ojos. Sus hermosos ojos cafés me hacen el amor sin desvestirme y me he quedado sin palabras, sin ganas de pelear, sin poderle decir que siga — me moría por besarte de nuevo — me susurra mientras con una de sus manos acaricia mi cabello — tú dices que los besos los finges pero todo eso es mentira, la conexión, las miradas, la forma en que te sincronizas conmigo, todo eso es deseo puro y yo lo sé.—
Gael regresa sus labios a los míos y me besa levemente de nuevo, esta vez es corto y me deja con ganas de más — yo, ya no quiero pelear contigo Adela, quiero ser nuevamente la persona que despertaba la ilusión en tí, él que te despertaba las ganas, el hombre que te hizo el amor esa noche en Los Ángeles cuando llegaste a mi cuarto de hotel, quiero revivir el fuego que se apagó hace tiempo, te quiero a ti, quiero dejar de fingir y que esto que sentimos sea completamente real.—
Puedo ver su mirada mientras esas palabras salen de sus hermosa boca y no puedo dejar de temblar, ya no es de miedo ahora es del nerviosismo puro de tenerle a mi lado, de sentir sus brazos rodeando mi cuerpo, de sentir su respiración tan cerca que provoca cosquillas en mi cuello — Gael , estamos en el tren — se escapa esa frase vana de defensa, pero el sigue pegado a mí, arrinconándome contra su cuerpo y viéndome como nadie más me ha visto.
— No tiene nada de malo, somos marido y mujer ¿qué no? Sólo soy yo, besando a mi esposa, demostrándole lo mucho que la deseo. Porque eso pasa, te deseo más que nunca Adela Carasusan y en este viaje estoy decidido a dejar de pelear y recuperarte, poco a poco, a fuego lento si quieres, pero regresar a ser quiénes éramos.—
— Gael — le susurro mientras no puedo dejar de verle — No puedo, yo... 2 semanas no van a arreglar meses de humillaciones y....—
— Lo sé y por eso te pediré perdón lo que me queda de vida pero ,sólo déjate llevar Adela, te pido la oportunidad de que como regalo de bodas me des la oportunidad de demostrarte que lo nuestro no está muerto, sólo se encuentra enterrado y que caricia a caricia, beso a beso lo rescataremos ¿qué dices? —.
Estoy a punto de decir algo, cuando el tren anuncia su llegada y como adolescente a punto de que sus papás la descubran, empujo a Gael para que se mueva y él se ríe — tranquila Adela, no tienes que hacer eso, ya me muevo a mi lugar.—
La última frase me hace sentir fatal y sobre todo mi actitud inmadura, pero en este momento tengo tanto orgullo en mí que lo justifico, aunque por dentro su beso me ha alterado los sentidos, como lo han hecho los otros. Sé a qué vine a este viaje y también sé a lo que me enfrento, pero para ser honesta no estoy preparada, muero de nervios.
El tren se para y las personas comienzan a bajar, veo algunos policías en la estación y sé que nuestra llegada no ha pasado desapercibida — una vez más — me dice él, serio mientras recoge las cosas.
—A veces no todo es fingido Gael —le regalo esa frase como un premio de consolación, como si quisiera remunerarlo de alguna manera por mi actitud inmadura.
— Lo sé, no tienes que mencionarlo, sólo basta con verte a los ojos para darse cuenta que no te soy indiferente.—
Gael baja del tren y yo después de ponerme las gafas de sol bajo para enfrentarnos al mar de gente que nos espera afuera y de nuevo por un lapso de tiempo somos la pareja número uno de España, la que derrocha amor en cada alfombra roja, los más felices del mundo. Ambos aprovechamos la oportunidad, Gael me toma de la cintura pegándome hacia él para las fotos y yo acomodo su cabello al coro de un "awwwwwww" de las fans que lo ven tierno. Sólo en ese lapso de tiempo él y yo podemos brindarnos las caricias que tenemos guardadas y que no saldrán cuando estemos solos.
Por fin salimos de la estación y subimos a otra van que nos está esperando, volvemos al silencio, a la frialdad pero esta vez el ambiente es diferente, de pronto comenzó a respirarse una armonía que no había antes entre nosotros y que nos quita un peso de encima.
— No iremos a casa de mis padres hasta mañana — dice él tranquilo.
— ¿A dónde iremos? —.
— A nuestra casa, aquí ¿recuerdas? La compramos hace tiempo y bueno, el verano pasado nos la dieron, sólo yo la recibí porque tú estabas en Estados Unidos.—
—Cierto — digo como si no me importara pero en realidad eso complica las cosas en este viaje. Pensé que estaríamos en casa de su familia y sería diferente, pero no, pasamos de una casa a otra, sólo que en esta no hay nada que nos separe.
— Te gustará, le pedí a mi hermano que prendiera un poco la calefacción para que esté cálida cuando lleguemos.
—Vale — contesto sin más.
Después de unos momentos en la van y de ignorarnos completamente, llegamos a una hermosa casa, completamente pintada de blanco, como le gusta a él, que será nuestro campo de batalla por las próximas semanas. Entramos ambos separados, él atrás de mí y no puedo evitar sonreír al ver lo bonita que ha quedado decorada, justo como le había pedido yo el día que la compramos antes de la boda. Comienzo a recorrerla, los libreros con mis libros, los sofás que ambos escogimos, la amplia cocina y el jardín con piscina que en los veranos nos iba a refrescar.
— Al otro lado del jardín se encuentra el gimnasio — me indica.
Abro una de las puertas y puedo ver la recámara principal, lista para usarse esa noche. Él no me dice nada y simplemente mete ambas maletas ahí — No, este puede ser tu cuarto si gustas — y camino hacia el otro cuarto que hay en la casa, lo abro y lo encuentro vacío. — ¿Qué significa esto? — comento un poco molesta.
— Nada, es un cuarto vacío — dice él sin poder evitar su cara de triunfo.
—¡Ah! — digo sin poder encontrar las palabras y todo lo que yo temía se ha hecho realidad. Aquí no hay dos cuartos, ni dos estudios, ni nada para dos personas separadas, esta casa fue pensada para una pareja de enamorados y por lo tanto sólo hay una recámara para pasar la noche.
Inmediatamente volteo a ver los sofás de la sala y a plena vista se ven muy incómodos por lo que esa opción queda descartada para cualquiera de los dos — ¿Este cuarto por qué no está amueblado? — le pregunto a él mientras trato de disimular lo que siento por dentro.
— Es el cuarto de los niños ¿recuerdas? Dijimos que lo dejaríamos vacío hasta que llegara el primero.—
Fuck! No hay nada que pueda decir al respecto, ni refutar, así que simplemente regresaré a la habitación que por unas semanas competiré con él — Pues la casa está muy linda, sólo que no sé cómo le haremos en la recámara principal.
— ¿Qué sugieres? ¿Almohadas entre los dos? ¿Qué me tape los ojos cada vez que salgas del baño? — y Gael después de decir eso sonríe. Sé que lo está disfrutando y que siente que por un momento él lleva la ventaja en esto.
— No seas ridículo Gael — digo tratando de rescatar un poco del resentimiento que aún me queda y que poco a poco va desapareciendo — sólo te advierto que compartir cuarto contigo no me hace tu esposa ¿entendido? —
— Entendido — me dice sonriente — ¿Qué es lo que te hace mi esposa entonces? — me pregunta y sin poderle contestar nada sólo me meto al baño y cierro la puerta.
[Gael ]
Me encuentro en el jardín de nuestra casa y trato de que todos mis sentidos y mi pensamientos se calmen un poco. Después de meses separados, de días completos sin vernos y hablarnos, ahora Adela y yo tenemos que compartir no sólo todas las áreas en común de la casa, sino también la habitación.
La última vez que ella y yo dormimos juntos fue cuándo nos vimos antes de la boda en Madrid e hicimos el amor como una despedida de solteros. Debo reconocer que pensar en eso de nuevo me trae una increíble sonrisa que se dibuja instantáneamente en mis labios.
Meses de no tenerla tan cerca, de no mirarla a los ojos, de no tocarla y ahora debo entrar a la misma habitación que ella. Ni siquiera tengo idea de qué usa para dormir, de qué lado de la cama duerme o en pocas palabras los nervios me comen con el simple hecho de saber que ella se irá a la cama conmigo y despertará a mi lado todos los días.
Tomo un último respiro y vuelvo a entrar a la casa, puedo ver la silueta de Adela alejándose de la cocina con un vaso en las manos y al ver que entra a la habitación sonrío, no hay marcha atrás, así lo planee y no puedo ahora decir que no, sobre todo cuándo obligué a mi hermana a amueblar la casa en tiempo récord para que estuviera lista hoy.
Entro y ella se encuentra en el baño, el vaso con agua se encuentra sobre la mesita de noche y también el libro que estaba leyendo, un pastelero lleno de pastillas se encuentra al lado y llama completamente mi atención ¿Adela está enferma? Me quito los pantalones de mezclilla y también la playera, la habitación está lo suficientemente cálida para que pueda dormir así en invierno.
Me dirijo al baño a cepillarme los dientes cuándo me la encuentro de frente, trae un camisón de seda color rosa gold que se ciñe perfectamente a su cuerpo, sus pechos perfectos se transparentan un poco sobre la tela y su cabello cae sobre uno de sus hombros en una trenza. No puedo evitarlo, mi mirada se clava en ella y ella desvía la suya al ver mi torso desnudo y después de verme en bóxer prefiere volver a mis ojos — ¿No te dará frío en la noche? — es lo primero que le sale y yo sonrío — Lo mismo te digo a ti — y con mi mirada insinúo la ligera bata.
Ella no responde y simplemente se va a la habitación dejándome el camino libre al baño. La sonrisa que traigo entre los labios es irremediable — este plan tiene que ser un éxito Gael — me susurro mientras me veo en el espejo — Sólo dale tiempo—. Me cepillo los dientes y después salgo del baño apagando la luz. Observo que Adela se toma una pastilla y al verme se levanta rápido de la orilla de la cama y levanta las cobijas de su lado.
Yo camino hacia el otro lado de la cama y hago lo mismo. Casi al mismo tiempo nos metemos a la cama y después de cubrirnos, automáticamente ambos volteamos para el mismo lado quedando nuestros rostros frente a frente ¿cómico no? Adela y yo dormimos volteados del mismo lado, por unos momentos nos vemos a los ojos y yo le sonrío — buenas noches Adela — le susurro. Ella se voltea de inmediato dándome la espalda y apaga la luz de su lado dejando la habitación a obscuras.
— Buenas noches — me dice tajante y después todo es obscuridad y silencio.