Marta
El tal Álex me había fascinado desde que llegué a la posición en la que estaban ellos, así que apenas se paró delante de mí para presentarse estirando la mano y agachándose como si fuera un caballero de las épocas doradas del cine, lo cual había hecho que me sonrojara mientras sonreía como una tonta, comencé a responderle de manera tan sexy como podía.
No obstante, no quería perderme detalle de lo que estaba pasando con mi amiga, básicamente porque no terminaba de comprender qué era lo que sucedía. De lo que sí estaba más que segura, era de que la gran química que había entre el par de bobos que se estaban mirando casi sin pestañear…
Sara apenas era capaz de cerrar la boca, y él no podía parar de sonreír al tenerla enfrente. Estaba más que claro que se gustaban y mucho, pero qué e
