Sara El domingo entero estuve pensando en Andrés y en todo lo que me generaba tenerlo cerca, sobre todo en los momentos que compartíamos fuera de la empresa, y que cada vez eran más. El lunes conduje camino al trabajo pensando en juntar coraje y preguntarle en el almuerzo por la chica de la que me había hablado. Quería saber más de ella… me intrigaba saber si era posible que la conociera y, quizás, tratar de saber cómo era o qué cosas le gustaban a ver si había alguna posibilidad remota de que yo pudiera llegar a gustarle a Andrés en algún futuro cercano. Por supuesto que sabía que si algo pasaba entre nosotros, mi madre pondría el grito en el cielo. De primera porque no era Pablo, y de segunda porque era “pobre”. Porque para ella, cualquiera que no era pablo era pobre, no me merecía y

