Después de jugar tres veces más y con derrotas extremas, sobre todo las mías, decidimos comprar unas hamburguesas en los puestos de comida y nos sentamos en el pasto a comer mientras miramos el show de magia que hay sobre el escenario.
—Cuando era chico quería ser mago —dice Kevin—. Le había pedido a mi papá un librito con trucos y estuve aprendiendo durante un tiempo, pero se me fueron las ganas a los dos meses y dejé todo tirado. Era terrible, mi viejo decía que no podía estar cambiando de profesión todo el tiempo —se ríe—, porque coleccionaba libros de profesiones infantiles y me aburría rápido.
—Es normal. Yo quería ser cantante, bailarina, actriz, astronauta, veterinaria y no sé cuántas cosas más y terminé haciendo algo que nada que ver.
—Lo mismo digo —le da un mordisco a su ha
