Es en este momento donde comprendo que cualquier sitio al lado de ella es el paraíso. Este centro de rehabilitación no es precisamente un jardín de rosas en el que puedes soñar con el futuro más hermoso posible. Sin embargo, tenerla abrazada a mi contándome todo lo que ha estado pasando es mi paraíso. Creí que no sería capaz de abrazarla como lo hago ahora, al menos no después de haber visto todas aquellas fotos y videos donde llegue a sentir que se me rompía el corazón. Me di cuenta al apenas escucharla que nada de todo aquello era lo que parecía y agradezco el haber tenido el valor de hablar las cosas, de comprender lo que estaba pasando. Si no lo hubiese hecho, estoy seguro de que lo habría arruinado todo. —¿En qué piensas? —me pregunta mientras que seguimos abrazados en esta pequeña