Dos años después El jardín está lleno de luces colgantes y mesas pequeñas decoradas con flores silvestres. Risas, música suave, niños corriendo. Y en el centro, Eir, con un vestido blanco y una corona de margaritas que ya está algo torcida. Hoy cumple dos años. Camina torpemente hacia mí, con los bracitos extendidos y esa sonrisa que todavía me cuesta creer que heredó de mí. Me agacho y la levanto en el aire, girándola mientras ella ríe con esa risa que lo cura todo. Mel nos mira desde la terraza. Está hablando con mamá, pero sus ojos están en nosotras. Siempre están. Y yo no me canso de mirarla. Ni ahora, ni nunca. La vida no fue fácil con nosotros. Pero nunca nos mintió. Nos hizo luchar por lo que queríamos. Nos hizo defender nuestro amor a gritos y en silencio. Nos arrancó cosas, s
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