[CRUZ] Volver a rozar su perfecta espalda con la yema de mis dedos mientras que nos amamos, me hace sentir el hombre más afortunado del planeta. Mis movimientos en ella son cada vez más intensos, es como si ninguno de los dos pudiera tener suficiente del otro. Escucho su respiración cerca de mi cuello y sus gemidos víctimas del placer haciéndose cada vez más fuertes. Mis dedos ahora se deslizan por el centro de toda su espalda hasta llegar al limite de sus caderas y cuando dudo entre continuar o detenerme, un mordisco en mi lóbulo responde a todo. —No te detengas —me pide y con el eco de esas palabras en mi mente, me atrevo a acariciar cada rincón de ella. —Te amo con todo mi ser —le digo perdido en este mundo de sensaciones que ella provoca. —Y yo a ti —rebate y me sorprende cuando