Por suerte, el clima es el ideal y parece sonreírme pues no ha caído ni una sola gota de lluvia, ni el calor es tan sofocante como suele ser en estas fechas. No puedo quejarme, hemos buscado tiempo entre el trabajo para divertirnos un poco, tal como aseguró la castaña un día. Haciendo todo juntas para borrar el sin sabor de la despedida. El departamento de Lía es amplio y posee una vista increíble. Y me sirve de posada por estas semanas, las necesarias mientras busco un lugar para no incomodar los planes de Vale con Eduardo ni los de Lía con quién sabe quién. El timbre suena y la rubia grita anunciando la llegada de Valentina. — ¡Alex! –la castaña deja una caja sobre la islilla de la cocina mientras me acerco a ella- esto es para ti. Llegó ayer, según Juan, el de recepción, un joven