FAITH Se nos hizo tan tarde y dimos tantas vueltas que terminamos haciéndolo en mi cama y las sábanas se salieron de las esquinas. Me vi a mí misma cerrándome la boca para no gritar, recordándome que nuestro hijo estaba en la habitación de al lado y que aquello no era la película porno que parecía. —¿Me vas a decir ahora que no estamos hechos para estar juntos? Le tapé la boca con mi mano. Sacó la lengua y la lamió. —Asqueroso —musité, limpiándome las bajas en su pecho agitado, desnudo y sudoroso. ¿Por qué no lo estaba echando a patadas de mi casa? —No decías eso hace... como diez segundos. Aquel era el Nate que recordaba con mejor cara, el que bromeaba todo el tiempo y me hacía reír sobre todas las peleas que pudiéramos tener. La cama se hundió un poco cuando giró y el brazo suyo