NATHANIEL Que Faith me llamara para hablar era un avance. La consideré muy madura y sincera, confesándome sus miedos para que los afrontáramos juntos. Había algo detrás de todo eso, algo que ella misma aún no comprendía del todo: que no había aprendido a vivir sin mi. Aquella noche, mientras dormíamos juntos, sentí cómo su cuerpo se relajaba junto al mío porque por mucha mierda entre los dos, yo siempre sería su — seguro como ella era el mío. Por la mañana todavía la notaba algo pensativa mientras desayunábamos los tres. Ella, de pie y apoyada en la encimera con la vista algo perdida. Estiré la mano y enredándola en su pijama la hice sentarse en mi regazo. —¿Sigues pensando demasiado? Me miró entre sus pestañas largas y negó suavemente. —No —dijo y sé que me mentía—. ¿No trabajas hoy