Las lágrimas caían con desesperación en el rostro de Cleo, ella mantenía su cuerpo en posición fetal teniendo miedo de que alguien la tocará y la lastimará. Todo lo que quería era sentirse segura en los brazos de Ivar, pero sentía que aquel deseo no era posible. Aunque ella estaba muerta de miedo, intentaba buscar la manera de observar a su alrededor, pero fallaba, en el momento en que la habían subido a la furgoneta le habían tapado el rostro con una tela negra muy gruesa. Sus brazos estaban amarrados bruscamente por un cintillo de plástico, cada vez que intentaba separar el agarre de sus manos se lastimaba ella misma. Sus piernas también se las habían amarrado ante las patadas bruscas que había dado Cleo cuando subió, se encontraba inmóvil en una esquina de la furgoneta. Aun Cleo podía