Después de pasadas veinticuatro horas de su llegada a Novosibirsk. Un médico con ropa casual revisa la dilatación de sus pupilas, la presión arterial, frecuencia cardíaca y campos pulmonares. Luego de encontrar todo dentro de lo normal, posteriormente prepara un medicamento en una jeringa que introduce en el sistema de Elizabeth por la vena, todo bajo el escrutinio de Dmitry quién lo pone incómodo con su sola presencia, le tiembla la mano de los nervios, no porque no sepa hacerlo. Al final su experiencia lo hace acertar con facilidad. Cuando termina se dirige a él con algo de recelo, no le inspira nada de confianza ese calvo y gestudo hombre.
Pero antes con un pañuelo de papel limpia de la frente algo de sudor. Parece como si hubiera terminado una cirugía de alto riesgo con bastantes horas en el quirófano.
—Fue una reacción muy susceptible al medicamento, pero estará bien, el antídoto que aplique revertirá el sueño, calculo que despertará en un par de horas o menos. —mete la servilleta con sus secreciones en la bolsa delantera del pantalón y ahí deja la mano, esperando algún tipo de cuestionamiento ya que Dmitry no deja de mirarlo.
—Daños.
—Ninguno, solo la indujeron a un sueño muy profundo algo así como un coma temporal.
Entiende las palabras del médico y posteriormente lo invita a retirarse no sin antes entregarle un sobre de dinero con una cantidad mayor acordada por sus honorarios.
—Y le recuerdo que usted jamás estuvo aquí. Al menos que quiera perder su licencia como médico, que yo personalmente me encargaría de hacerlo y entonces usted no podría ejercer ni siquiera como enfermero (es claro que eso pasaría en el mejor de los escenarios). Pero por supuesto que eso no pasará por qué usted es un hombre muy inteligente que sabe lo que le conviene. —observa los ojos del hombre impresionados por la cantidad de rublos que esta cobrando por una simple consulta a domicilio.
Eso al parecer le ha quitado el miedo a ese veterano médico. Ahora sonríe agradecido.
—Todo queda bajo una ética profesional de confidencialidad. —contesta el médico. Acomodó sus lentes y luego de hacerlo extendió su mano derecha, pero no recibió ninguna respuesta de la otra parte así que mejor la retiró volviéndose a sentir incómodo otra vez.
—Uno de mis hombres lo llevará hasta su casa.
No le queda más que aceptar ya que no parecía ser una sugerencia. Lo conveniente es obedecer y no hacer enojar a nadie, luego de ver por todos lados a hombres que en su mayoría le ganan en peso y tamaño con armas en la cintura del pantalón.
Salen juntos de la habitación y al final del pasillo dió la orden a uno de sus hombres de llevar al doctor, mientras él va al despacho de Yuri para hablar con él, sin saber que se encuentra haciendo negocios.
Al ver entrar a Dmitry por la puerta le pide haciendo una señalización con la mano que se acerque a recoger las maletas dónde se encuentran veinte millones de dólares por vender uno de sus preciados tesoros a uno de sus más extravagantes clientes. Después de todo, en Yuri no todo es armas, drogas, sangre y muertes, su mayor pasatiempo y el que más ganancias deja de todos, es el tráfico de diamantes, oficio que lo ha convertido en un experto conocedor del tema y el mejor en el terreno.
—Cuando me entregué los otros veinte tendrá en su manos está exquisita joya (diamante rosa, muy pocos en el mercado y el más grande de su existencia). Pero por lo pronto sigue siendo mía. —con el guante puesto tomo el diamante para guardarlo celosamente en un estuche y luego en una pequeña caja fuerte que después será llevada a otra que se sitúa en un búnker dónde solo él y Dmitry tienen acceso.
—Que garantía tengo yo de que no se quedará con mi dinero y mi diamante.
—Mi palabra, señor... —lo interrumpe e intenta recordar su apellido.
—Smirnov. —agrega molestó por tener que recordarle.
—Mi palabra es la garantía señor Smirnov. Y le recuerdo la fecha que tiene de plazo, ni un día más o no me hago responsable de las garantías.
—No hay problema señor Sennikov, yo también soy un hombre de palabra.
Sellan el trato estrechando sus manos, al hombre le es inevitable no observar con detenimiento los tatuajes en el antebrazo de Yuri, sintiendo un leve temor sin saber el porqué he intenta no ser tan obvio desviando la mirada para apresurarse a salir de ahí.
—El médico ha dicho que ella está bien, despertará en poco. —intenta explicar Dmitry la situación luego de que se han quedado solos.
En respuesta Yuri mostró total indiferencia al asunto.
—Lleva esto a guardar, yo iré al club a supervisar unos asuntos. —le mencionó entregando la caja con el diamante. —No necesito que vayas conmigo, mejor quédate con la mujer y que nadie se le acerque.
—¿Me estás pidiendo que la cuide?. —cuestiono escéptico.
Palabras que han obligado al rubio a poner una cara de fastidio, como si no fuera obvio el porqué.
—No quiero que pase lo mismo que pasó con Anderson. —respondió con rigor.
Eso suena lógico para Dmitry, pero no le creé del todo que esa sea su única intención luego de haberlo visto esa noche en el vuelo. En cambio no tiene permitido decir nada al respecto así que solo acepta sus órdenes guardando silencio.
Luego de quitarse el guate de látex y terminar de acomodar los puños de su camisa negra, se pone el blazer también n***o y le da una última mirada de advertencia a su compañero que ambos saben interpretar para posteriormente salir de ahí y seguir con su camino. Al estar afuera de la residencia miró hacía atrás por encima de su hombro, se quedó así unos segundos, pensativo, le pica la curiosidad de quedarse y estar ahí cuando despierte, no porque tenga algún interés personal, en realidad no tiene ni puta idea, ningún plan en su contra, no sabe que hacer con ella, por primera vez tiene un bloqueo de ideas, pero... ¿A quién no le ha pasado algo así?. Los escritores sufren a menudo del bloqueo de ideas, los pintores al plasmar su arte en un lienzo también han llegado a tener problemas, los diseñadores de moda, los genios en la tecnología, ¿Entonces?, Por qué un sádico asesino no puede tener un bloqueo respecto a cómo hacer sufrir a alguien, cuándo quizás es la motivación del odio lo que le hace falta ya que ella en realidad no le ha hecho nada.
No debió traerla a Rusia, debió dejar que el infierno de allá la consumiera poco a poco. Pensó elocuente.
De inmediato se retractó así mismo, negó con la cabeza y subió a su deportivo.
Ella es su trofeo, uno muy hermoso, un dulce ángel al que se le antoja corromper en la obscuridad de su infierno.
La comisura de sus labios se elevaron en una malvada sonrisa que sería difícil quitar. Ha encontrado un exelente escusa para su obsesión o venganza como el prefiere llamarlo para ocultar el deseó carnal, en lo que se supone será la perdición para ella, yo diría que de ambos. Yuri aun no ha aprendiendo nada de humanidad y su innata inteligencia lo está llevando a un abismo de sentimientos encontrados.
A la mitad del camino mientras conduce, contesta una llamada a través del receptor de Bluetooth del auto.
—Ya casi llego al club, carajo, —eso último lo dijo entre dientes que fué prácticamente inaudible.—Porqué la impaciencia.
—Justo por eso te llamaba, para avisarte que no estoy en el bar sino en un restaurante, enseguida te mando la ubicación.
La envió mientras seguían en línea.
—La tengo, ahí llego. —respondió Yuri. Terminó la llamada.
En realidad el sitio queda muy cerca del bar, no será necesario desviarse mucho del camino, incluso le pareció recordar haber estado en ese lugar antes.
Al llegar y después de estacionar su auto distingue a Bogdanov desde lejos que se encuentra comiendo al aire libre del establecimiento. Ese fue el último toqué para empeorar su estado de ánimo, odiaba los cambios de planes de última hora y más por una tontería cómo está, no le parecía para nada agradable hablar cosas del trabajo en público.
Que más da.
Sin esperar una invitación a sentarse, él lo hace mientras el hombre frente a él termina su bocado.
—¿Porque carajos te gusta comer en éste mugriento lugar?. —inquiere molesto acomodándose en la silla.
Sin embargo el hombre deja pasar desapercibido su comentario, hay cosas que no podría hacer que entendiera.
—El estofado de arce es único. —le responde recargando sus brazos en su abultado estómago, ya satisfecho por su comida. —¿Quieres comer algo?. —lo invita pero más que cortesía se me antoja que se mofo en sus narices.
Yuri niega y solo pide algo de tomar cuando se acerca el mesero a él.
—¿Que tal el viaje a Atlanta?, ¿Te divertiste?, ¿Has logrado lo que querías?. —El vejete parece interesado por averiguarlo todo. Pero lo corta tajante antes de que siga haciendo preguntas.
—Es un asunto personal, lo que me interesa ahora es saber cómo estuvo todo en mi ausencia.
El regordete hombre ríe sin gracia a su respuesta, sabiendo que no le dirá nada y prefiere continuar.
—Volkov y Viktor extendieron su viaje a la ciudad del pecado (Las Vegas), los hermanos Romanov no dejan de fabricar drogas como malditos locos para recuperarse de la perdida y después de todo nadie hecha de menos a Gavrel. —eso último sonó a reproche.
—Conoces mejor que yo esté negocio, sabes que no podía perdonar su traición.
—Lo sé, no estoy juzgando tús acciones, eres un muchacho muy inteligente, es por ello que Denis, decidió que tú te hicieras cargo de la organización y no el estúpido de Viktor que fué su sangre.
—A dónde quieres llegar. —comienza impacientarse, nunca le ha gustado el juego de palabras siempre prefiere que las cosas sean directas. Toma un trago a la copa que le acaban de dejar sobre la mesa, fijando su mirada fría en aquél hombre que intenta decir algo más.
—Lo ves, no tienes ni un pelo de tonto. —le sonríe. —Seré directo. —toma un mondadientes de madera para sacar restos de comida de entre sus dientes. —El souvenir que has traído de América, te recomiendo que te deshagas de ella antes de que pueda traer problemas en tú vida. Para hombres como tú y yo, las mujeres solo son un estorbo y un mal presagio, las perras de compañía para pasar el rato son mejor opción.
Sabía que no podía esconder por mucho tiempo a Elizabeth sin que ellos se dieran cuenta pero nunca imaginó que durará tan poco. Pero lo peor de todo lo que ha dicho Bogdanov son las suposiciones que hace al respecto sin tener la certeza de nada, eso lo ha llenado de cólera y solo porque se trata de él no le ha soltado un puñetazo en el rostro para callarlo. Sus músculos ya están tensos y el término paciencia ya es bastante abstracto como para discernir su nivel de tolerancia a todo lo que ha escupido de su boca el viejo. Como pudo se controló.
—No sabes nada y tampoco tengo porqué darte explicaciones, hago lo que se me pega la puta gana y las consecuencias de mi vida las elijo yo. —contestó enojado.
—Tranquilo, solo es una sugerencia que te estoy dando, te estimo como un hijo. Y siempre se quiere lo mejor para los hijos, ¿No?.
—Deja los sentimentalismos para después, lo que me importa es el trato que tenemos ahora con el turco. Esa plaza nos permitirá expandirnos a Irán y Paquistán sin ningún problema, consolidará el hecho de que la Bratva es la organización más fuerte de toda Europa, Asia, gran parte de América e incluso de África. Los malditos Italianos nos lamerán los huevos. —se ríe con sorna buscando el encendedor en los bolsillos del pantalón, pero uno de los guardaespaldas del Bogdanov se adelanta y le enciende el cigarrillo.
—Todo es con calma Yuri, no quieras correr antes de empezar a caminar. Por lo pronto lo único seguro es el trato con el turco, lo demás vendrá por si solo.
Lo miró con disgusto, no estaba de acuerdo con sus pensamientos arcaicos. Mientras que Bogdanov creé que hacer las cosas a paso lento es lo mejor Yuri piensa que le falta determinación y coraje, no es necesario esperar tanto para lograr los objetivos siempre y cuándo seas tenas e inteligente para imponerse ante todo y todos, sin embargo calló y lo dejó con sus ideas al fin y al cabo Yuri es el jefe al que todos obedecen y no necesita la aprobación de nadie para la realización de negocios que siempre son un beneficio para la Bratva.
Unos minutos más, se quedaron hablando de importantes convenios para la organización sin tocar más los asuntos personales de Yuri, que lo alteran dejando por terminado ése tema por el momento.
Al poco rato, Yuri fué rumbo al club para revisar la parte administrativa, pero no contaba encontrar una visita, una sorpresa que en lugar de causarle alegría, lo estresaba bastante. Al abrir la puerta de la oficina encuentra a Ivanna, a quién le da una mirada de enfado.
—¿Que haces aquí?. —cerró de un portazo la puerta al entrar. Se quitó el blazer dejándolo colgado en el perchero de la puerta e intentó pasar de largo junto a ella que ya se había puesto de pie, había acomodado su cabello y vestido desde que escuchó su voz en el pasillo para verse mejor para él y ahora se arrojó a él rodeando con sus flacuchos brazos su cuello.
—Te extrañé. —le dijo, con un brillo de ilusión en sus ojos, colgando de él. Besó su cuello y acunó ahí su rostro. No recibió ningún gesto de afecto y eso la decepcionó, pero no la hizo perder esperanza. —Sé que todavía estás enojado conmigo pero podría mejorarlo.
Cuando pretendía apartarla, la ahora rubia le tomó inadvertido cuándo con una mano comienza a acariciar su m*****o sobre el pantalón y lo hizo reaccionar a tan precipitada acción, gruñendo excitado mientras ella pegaba más su esbelto cuerpo, besaba su barbilla y con la mano libre desabotonada la misa de él dejando caricias lleves en su torso.
El silencio se hace de ellos, siendo ella la que toma el control de la situación a él no le molesta, es solo sexo.
Da un paso atrás seductora para deslizar la cremallera del vestido el cuál se escurre por su cuerpo hasta dejarla desnuda ante su lasciva mirada. Lame y muerde su labio inferior a tan espectacular vista que lo pone más duro y ansioso por poseerla, bajando rápido sus pantalones no sin antes sacar un preservativo de la cartera. La tomó del brazo para traerla de nuevo y tocar su duro trasero y firmes senos que se antojaban morder y así lo hizo mientras que ella solo quería probar sus labios pero él se lo impidió para luego voltearla y empinarla al escritorio del cuál aventó sin cuidado todo lo había sobre la plataforma de cristal, para ahí coger ese hermoso trasero que se movía al vaivén de sus caderas, siendo rudo en cada estocada hasta ambos terminar rendidos de tan merecido, delicioso sexo. Algo rápido, con la adrenalina de que alguien pudiera entrar y verlos en pleno acto pero no les importó, valdría la pena por el placer que ambos pudieron sentir.
Recuperando el aliento se deshace del preservativo para luego subir sus pantalones y buscar el vestido de Ivanna el cuál prácticamente lo avienta hacía ella.
—Ahora que tuviste lo que querías te puedes largar y dejarme solo. —dijo despectivo sin mirarla.
Dentro de ella algo que ya estaba roto volvió hacer ruido destruyéndose en añicos, pero es demasiado orgullosa así que se hizo la fuerte, sabe lo hijo de puta que es. Por mucho tiempo se ha hecho las mismas preguntas una y otra vez..., ¿porque no puede llegar a ser un poco más sensible con ella?, ¿Porque solo la utiliza? Y ¿Porque a pesar de que le da todo lo que él quiere sin objeción la trata como basura.?, Pero se ha cansado de buscar respuestas, ya no busca entenderlo, simplemente quiere tenerlo exclusivo para ella, sin importar nada, incluso de su mal genio.
¿Que carajos tiene está mujer en la cabeza?. La pregunta del millón y claro está que lo que no tiene es dignidad.
Ella tranquila hoy no tenía interés de hacer reclamos o escándalo para que se volviera a enojar con ella como pasó la última vez. Solo se puso el vestido tranquilamente, acostumbrada de lo cabron que es.
—En unas semanas es tu cumpleaños, estoy preparando algo sensacional y llamativo. —espetó airosa desenredando su largo cabello con los dedos, sacó su perfume y se hecho un poco.
—No estoy para fiestecitas, sabes que odio celebrar mi cumpleaños. —increpó sin reservas.
De igual manera ignoro sus palabras y esa fea mirada que le dedicaba del otro lado del escritorio.
Volvió hablar con sutileza, no esperaba menos de su antipático hombre. —Estaré ocupada con los preparativos, pero siempre estaré disponible para ti mi amor, no dudes en llamarme. —se despido sin darle oportunidad de volver hablar. —Chao cariño. —le mando besos con la mano.
Atónito la ve ondeando su trasero de un lado a otro saliendo de la oficina. Se tomó la cabeza con una mano y se dejó caer en el sillón rendido, Ivanna siempre será un maldito dolor de cabeza que jamás se podrá quitar, pero al menos sirve para follar de vez en cuando, intento reír por eso último.