Elia llego a la habitación del Arim Raneb, y vio su puerta dorada con grabados en relieve, ella pensó que era probable que las figuras fueran dioses protectores de Shayra.
Cuando se dispuso a llamar al Arim al inicio trato de tocar la puerta como era su costumbre, pero se percató de lo que parecía una cuerda que iba a la habitación de Raneb, la jalo y escucho el sonido de una campana, luego de unos segundos el segundo Arim salió vestido con túnica celeste simple además que se veía desalineado.
—Buen día Elia, ¿Cómo has estado? —dijo Raneb a Elia con una leve sonrisa en el rostro mientras se arreglaba la cara y el cabello con las manos, aun viéndose así Elia pensaba que era muy apuesto.
—Muy bien señor, y buen día a usted también —respondio Elia al Arim inclinando la cabeza un poco avergonzada y ruborizada.
—Cuando estemos solos no es necesario que me trates de señor, solo dime Raneb. Veo que eres atenta, las demás personas tratan de entrar a mi habitación de forma directa, como lo hacen en otros cuartos, pero el mío está cerrado, si no me llaman no se va a abrir, muchos se quedan parados por horas —decía el Arim Raneb a Elia riendo mientras recordaba como otros sirvientes se habían quedado parados sin hacer nada.
—¿Qué desea usted que haga? —pregunto Elia a Raneb confundida por no saber qué hacer o cuales eran sus funciones como su sirvienta.
—No tienes que hacer nada, yo me valgo por mí mismo, tu haz lo que quieras, si preguntan qué estás haciendo, di que yo te mande hacerlo y estarás bien, me tengo que ir, si deseas puedes ver el palacio o los jardines, son hermosos lugares difíciles de ver en ese reino, nos vemos —dijo Raneb a Elia con suma amabilidad mientras se movía hacia el pasillo primero dudando a donde ir y luego yendo de forma decidida a la derecha, para luego volver un poco avergonzado yendo hacia el lado opuesto.
Elia estaba muy confundida no solo por sus deberes, no sabía qué hacer en ese palacio, así que paso un rato decidiéndose, y al final decidió ir a los jardines a pensar, además le atraía ver ese lugar, aunque no tenía ni idea donde estaba.
Por conjetura dedujo que estaba en la parte posterior del palacio, ya que en la parte frontal estaba el lago, así que se dispuso a ir detrás del palacio. Estuvo vagando por los alrededores tratando de no toparse con mucha gente, manteniendo un perfil según ella bajo, aunque persona que mínimamente pasara cerca ella le prestaba atención por su belleza.
Camino hasta que llego a los jardines como dedujo, los jardines estaban ahí en esa sección trasera del palacio de la luna creciente, al ver todas las plantas que ahí había Elia se quedó fascinada, ya que, a pesar de ser un desierto, los jardines del palacio de luna creciente tenían una exuberante cantidad de flora.
Podía ver distintas flores, de muchos colores y formas, los árboles estaban puestos de tal forma que las ramas y hojas parecían techos con las suficientes aperturas como para que haya luz, pero lo suficientemente cerrado como para que el sol no calentara demasiado el lugar, y daba la impresión de que el jardín era un lugar cerrado, además había canales de agua para la irrigación que adornaban más el jardín.
Elia observo y vio a algunos sirvientes haciendo botánica, recogiendo fruta, como también flores de diferentes tipos, esto le hizo percatarse de que ella no estaba haciendo nada realmente sintiéndose avergonzada por ello.
Sentado en una banca estaba el primer Amir del desierto rojo Zomir, era un joven delgado, se veía desnutrido, con los ojos caídos, y a pesar de ser de tes morena, era pálido, sentado allí se veía algo preocupado, este vio a Elia, y al verla la llamo, Elia fue hacia el primer Amir algo preocupada por lo que pudiera decirle.
—Buen día jovencita, ¿Cuál era tu nombre? —pregunto el príncipe a Elia, sacando un pañuelo y tapándose la boca mientras tosía un poco, pero mirándola en casi todo momento.
—Me llamo Elia su majestad, ¿se encuentra bien? —dijo Elia al hermano de Raneb con algo de reserva mientras hacia un gesto extendiendo su mano, pero luego retrayéndose por ser de la realeza.
—Pues un gusto Elia, y estoy bien, no te preocupes, me pasa a veces ya estoy acostumbrado, toma asiento —dijo el príncipe a Elia con mirada fija en ella mientras movia su mano indicando que se siente no como una petición sino como una orden, una dada con tanta naturalidad como si estuviera acostumbrado a que se hiciera lo que dijese, Elia se sentó poco después de que Zomir lo dijera.
—¿Qué es lo que desea mi señor? —pregunto Elia al Arim Zomir con cautela y también algo de incomodidad por como ella había reaccionado.
—Solo quería ver a la esclava de mi hermano, él no ha tenido esclavos últimamente, para ser más preciso, hace años que no compra ninguno, le gustaba comprar muchos, es entendible que parara ya que todos murieron, no pensé que compraría una esclava en mucho más tiempo, así que quería apreciar mejor a la que le hizo regresar a comprar esclavos, además estaba pensando si podrías hacerme un favor —dijo Zomir a Elia con tranquilidad.
—Dígame majestad, ¿Qué favor? —pregunto Eliá a Zomir intrigada abriendo los ojos y tocando sus manos como gesto de buena voluntad, Zomir se pudo un poco nervioso y le siguió hablando mirando hacia otro lado.
—Me gustaría que vigiles a mi hermano. Antes de que partiera a Tersan, había estado haciendo cosas extrañas, no se le veía en el palacio, desaparecía y aparecía sin que nadie supiera donde había estado, no dejaba que nadie le sirva, pensé que al volver de su viaje sería diferente, pero veo que no es así, ayer llame a su habitación y no respondió, vi si dejaba que otros entraran, pero tampoco, luego me di cuenta que no estaba, me gustaría que lo siguieras, y si ves algo extraño o descubres algo ven y dímelo por favor —dijo Zomir a Elia con seriedad mientras carraspeaba un poco y parpadeaba lento como si estuviera a punto de dormir.
—Hare lo que me pide con gusto no se preocupe cuidare de el por usted «que hermano tan preocupado» —dijo Elia a Zomir comprometida con el favor, este último solo atino a sonreír levemente ante la reacción de la esclava de su hermano.
—Gracias por confiar en mi Elia, ahora debo irme, ten cuidado con que no te descubra será aún más reservado si pasa, y si lo hace no digas nada sobre mí no sé cómo tome que te haya pedido ese favor, hasta pronto —dijo Zomir a Elia levantándose y caminando hacia el palacio.
Elia se quedó allí en el jardín del palacio un rato pensado en muchas cosas como también contemplando el hermoso espacio. Luego de todo aquello y de pasar unas horas en ese lugar Elia pensó que debía priorizar saber a dónde va el segundo Arim Raneb en la noche.
Por ende tras haber ido a almorzar fue a hablar con Cáncer para decirle que iría a cuidar del Arim en la noche, y que eran sus órdenes, Cáncer pensó que el Arim deseaba algo de diversión, por ende no se extrañó en absoluto de lo que ella le estaba contando y la dejo ir.
Después fue a esperar afuera de la habitación de Raneb, estuvo muy decidida a esto, se puso en una columna y espero, al pasar el tiempo empezó a pensar que era una pérdida de energías estar ahí sin hacer nada, se empezó a aburrir y pensar que haría después, pero al final su persistencia dio frutos, logro ver al príncipe salir a altas horas de la noche.
Lo vio mirar a todos lados y no logro ver a Elia, así que prosiguió su marcha, Elia lo siguió siendo lo más sigilosa que pudo, y a una distancia prudente, vio como el Arim iba hacia el subterráneo, pasando por varios guardias que estaban vigilando el lugar sin que estos se dieran cuenta.
Elia imito al segundo Arim y espero el momento oportuno para pasar, avanzo rápido ya que estaba perdiendo de vista a Raneb, cuando lo diviso no lo perdió de vista, siguió a Raneb por varios caminos que bajaban más y más en el interior del subterráneo, de pronto abrió un pasaje secreto y desapareció, Elia se encontró con una encrucijada.
—«¿Ahora qué hago?, si lo dejo ir no sabré a donde va ni que hace, pero si lo sigo puede que me descubra» —pensó Elia, pero se decidió por seguir al arim Raneb. Ella junto todo el valor que pudo reunir e hizo lo mismo que Raneb, puso las manos exactamente de la misma forma en la pares abriendo el pasaje secreto, Elia camino y entro a la oscuridad que estaba frente a ella con algo de temor, pero decidida a seguir.