Mitos del Futuro: El Despertar de los Perdidos

La Separación de los Perdidos Parte 2

Rustle estaba preocupado porque en estos últimos 4 meses ninguno de sus proveedores de esclavos había llegado, y con la gran subasta anual de este año siendo un evento especial ya que tenía a varias personas importantes que muy probablemente no estarían ahí juntos jamás, su preocupación aumento, era una subasta de suma prioridad y no había llegado ni un nuevo esclavo, con los pocos esclavos que tenía no sabía qué hacer, la llegada de estos bandidos le había salvado, pero no debía mostrarse así o el precio por los esclavos subiría, además el contrato oral que tiene con ellos decía que si no entregaban la mercancía antes de la subasta la ganancia de los bandidos se reduciría, el igualmente lo reduciría, pero decía esto para apurarlos.

—¡¿Pero que tenemos aquí?! —dijo Rustle viendo a los jóvenes traídos por los bandidos.

—Son los recién capturados, no sabemos de dónde son, pero se veían interesantes, además estaban al borde de estas tierras, es probable que sean de Tersan, dos de ellos eran fuertes, lograron tumbar a dos de nuestros hombres, pero éramos muchos, más importante, ahí hay tres chicas que a usted le interesaran señor —decía el líder de los bandidos que no quiso decir que uno de esos jóvenes había vencido a tres de sus peleadores a mano limpia.

Rustle se frotaba las manos con intensidad, era normal que traigan esclavos sucios y feos, además de desnutridos y sin dientes, pero estos jóvenes se veían perfectos, con todos sus dientes como también muy aseados, hasta demasiados diría Rustle, pero no mostro emoción alguna en su rostro, se guardó para si su felicidad, como siempre había hecho en su vida como comerciante.

—Muy bien, traigan a Fermin el evaluador —Rustle hizo llamar a su amigo Fermin, el mejor evaluador de Felgar, los minutos se le hicieron largos a Rustle, la emoción por esos esclavos casi se hacía patente en él, por suerte para su economía los bandidos no se daban cuenta de nada, luego de unos minutos el llego Fermin, claro está, Rustle saco a los bandidos para que no vieran cuanto podrían ganar.

—¡Mira nada más lo que ha llegado!, ¡wow!, pero que suerte has tenido amigo mío, a ver —dijo Fermin sacando una tira de tela marcada con muchas líneas—, de un metro setenta y ocho, cabello dorado y levemente ondulado, ojos color miel, nariz respingada y estrecha, orejas normales, contextura atlética, delgada pero bien alimentada y entrenada, dientes perfectos, labios rojos y carnosos, senos intermedios a grandes —Fermian se apretó los nudillos tratando de no tocarlos, se quedó callado unos segundos y luego prosiguió—, piel blanca y suave, hasta podría pasar por princesa, ¿Cuál es tu nombre jovencita y cuántos años tienes? —Fermin le hablo de manera calmada y delicada para no espantar a la joven.

—Me llamo Elia y tengo 16 —respondió con algo de inseguridad y abrazándose a sí misma.

—¿Tienes alguna marca o cicatriz?, prefiero que me lo digas antes que revisarte cariño, ya que podría irme de mano —dice Fermin riendo de forma grotesca y poniendo su manos detrás de su espalda para que Elia no viera como se las masajeaba imaginando se lo hacía a ella.

—No tengo nada de eso señor —dice Elia poniendo sus manos apegadas más a su pecho, cubriéndose.

—Ella en definitiva es especial amigo mío, es una de 400 seguro —afirmo Fermin moviendo la cabeza y relamiéndose los labios.

—Lo entiendo Fermin, ahora prosigue con las otras —dijo Rustle mostrando una gran sonrisa porque solo con ella ya tendría 400 monedas de oro fijo, que eran equivalentes a 4 caballos finos de excelente calidad o a vivir todo el año sin trabajar.

—Metro sesenta y cuatro, cabellos rojos, no es usual ver estos cabellos, es un aditamento muy ventajoso, ojos verdes, nariz chica y estrecha, muy delgada, tiene algunas manchas en su piel, y con senos peque… —decía Fermin pero fue interrumpido por Nicole.

—¡No son pequeños!, están en proceso de desarrollo —dijo Nicole frunciendo el ceño, no midiendo las consecuencias, pero fue afortunada ya que este gesto les hizo gracia a Fermin y a Rustle.

—¿Cómo te llamas y cuántos años tienes pequeña? —pregunto Fermin mientras reía.

—Me llamo Nicole, tengo 15 y no soy ninguna pequeña —respondió Nicole con energía mientras levantaba su mentón y hacia un puchero.

—Pues amigo es probable que paguen 200 por ella, tal vez más, es un poco incierto ya que depende de quién tengas, pero seguro se venderá a buen precio, claro si le callas la boca, puede que a algunos les haga gracia, pero otros podrían no gustarle —dice Fermin a su amigo Rustle, riéndose los dos.

—¿Y la tercera? —pregunto Rustle por Amelia.

—Está en buen estado Rust, pero lo único que llamaría de ella son sus ojos azules, por todo lo demás, metro setenta y uno, dientes perfectos y blancos, cabello n***o y lacio, contextura normal, nariz ancha y respingada, si hablamos de precios es un 50 o 60, si es que tienes suerte puede que llegue a 70 —le dice Fermin a Rustle algo desanimado por que esperaba otra Elia ya que el sí miraba a Amelia como una bella dama.

—Ya que estas, evalúa a esos dos, dicen que vencieron a dos bandidos, si es verdad podría venderlos a la arena por un buen precio, y de paso al pequeño —le dijo Rustle a Fermin mostrándole a los que el evaluaría.

—Bueno, este chico n***o es alto, mide un metro noventaiocho, este n***o se ve con contextura fuerte, unas 12 monedas de oro y 20 de plata seria su precio —decía Fermin sobre el precio de Erick como esclavo.

—El niño debe estar por los 6 u 8 monedas de oro, mas no creo, con un metro cincuenta y seis, cabello n***o rulado, ojos marrones, delgado, nariz respingada y gruesa, no le veo gran precio ni nada especial, creo que lo mejor sería esperar a que crezca, subirá su precio bastante si lo cuidas solo un año, no gastaras mucho amigo además puedes entrenarlo mientras trabaja y el precio subirá otra vez, esa es mi recomendación —decía Fermin sin mucho entusiasmo al ver a David.

—Y el chico de aquí, no creo que debas venderlo a la arena, este por su apariencia podría ser comprado por un terrateniente que tenga estos gustos, rubio, de ojos azules, cabello lacio, cara simétrica, orejas normales, nariz respingada, pequeña y delgada, además que se nota de contextura atlética, depende del comprador pero yo diría que partimos de 40 con alguien normal y con varios de esos gustos llagarían a los 200 o 300 —dijo Fermin inflando el precio de Alex, ya que tenía envidia al ver a un chico guapo como el, sabía que todo era mejor que vender al joven a esos hombres que hacían cosas horrendas con sus esclavos, pero siempre desprecio a los que eran más hermosos que él porque siempre lo habían marginado por su aspecto, además no hubo jamás mujer que estuviera con él por voluntad propia, así que comenzó a despreciar a todos los que eran más guapos que él, lo que para Fermin significaba casi todos los hombres, por eso apreciaba a Rustle, a ojos de Fermin era más feo que él, por suerte para Alex Rustle había sido violado de joven y detestaba a esa gente con cada fibra de su ser, esto era algo que Rustle guardaba con dolor, no les vendería nada de el a ese tipo de personas jamás, aunque fuera un avaricioso bastardo que se aprovechaba de la vida de las personas tenía códigos muy estrictos sobre ese tema.

—Entonces esperare, después de todo no me costaran tanto mantenerlo unos meses hasta venderlos en la otra subasta —le dice Rustle mintiendo a Fermin ya que sabía que no le gustaría que lo refuten y le era útil tenerlo en buena estima para evaluar.

—Bueno he de alistarme en unos momentos iniciara la gran subasta, ¡ey, ustedes dos, Flom y Yem, aseen a las chicas y vístanlas que dentro de un rato serán vendidas en la plaza mayor! —grita Rustle a sus esclavos, estos dos hombres mayores de caras alargadas, arrugadas, y de expresión cansada, fueron moviendo a los esclavos hacia las duchas comunales de las barracas de Rustle, la ropa que llevaban era solo una tela gris larga que le llegaba a los tobillos, amarrada en la cintura con una pita, estaba desgastada y sucia pero a pesar de ello al menos estaba entera, no como la de otros esclavos que los chicos vieron, esas tenían muchos huecos y hasta podías ver las partes íntimas de ciertos esclavos. Mientras Rustle se iba, y los esclavos Flom y Yem llevaban de tres en tres a las chicas a asearse, y como dejaron a todos los esclavos juntos les dio tiempo a los chicos y a las chicas de hablar.

—Creo que viajamos en el tiempo —dijo Amelia en voz baja a todos sus compañeros reunidos.

—No es posible —responde Alex que hace una mueca mostrando su incredulidad.

—¿Cómo explicas que estemos en Felgar, la ciudad portuaria que en el pasado fue de gran importancia? —pregunto Amelia que conocía el lugar por los libros de historia.

—¿Conoces este lugar? —pregunto Erick a Amelia mirando con disimulo hacia los lados inspeccionando que nadie se acercara.

—¿Estás bien David? —pregunto Elia a David ya que le han estado brotando lágrimas y saliendo mocos desde hace ya un buen rato.

—Si, este lugar es la ciudad portuaria Felgar, que fue creada entre los años 20 y el 36 del calendario Merdin, es historia antigua —le dice Amelia a todos.

—Tengo miedo —David responde a la pregunta de Elia entre sollozos, ella reacciona de inmediato lo abraza tratando de consolarlo.

—¿Podrías dejar de llorar?, todos estamos en las mismas, ¿acaso me ves llorando?, se fuerte, al final nadie te va a ayudar, tú te tienes que valer por ti mismo, ¿entiendes? —le dice Alex a David, Erick iba a decir algo cuando David le responde.

—Si, entendí, me valdré por mí mismo —David respondió con una mirada seria a Alex, mientras se seca las lágrimas, Alex lo mira fijo, sonríe y luego asiente en señal de aprobación.

—Entonces esa cosa de donde salimos ¿era una máquina del tiempo? —pregunta Erick aun dudando de la situación, aunque sabía que Amelia tenía razón.

—Es lo más probable —respondió Amelia encogiéndose de hombros.

—¿Pero por qué nos estaban raptando? —pregunta Nicole a Amelia tocándole el hombro.

—Eso no lo sé, pero deben haber tenido sus razones, lo que si se, es que no planeaban que esto pasara —dijo Amelia para luego hacerles recordar a los dos c*******s que había en la nave.