—Te estaré esperando—dije al colgar la llamada, no esperaba que ella aceptara tan fácilmente venir aquí, pero la necesitaba. Miller me hizo beber más de la cuenta, pero gracias al alcohol en mi sangre tuve el valor suficiente para llamarla. Con tan solo escuchar su voz mi corazón salto de alegría, supe que no querría tener a otra mujer a mi lado más que a ella. Asistí a una reunión, tediosa y poco productiva, pero necesaria. Cuando salí de la sala de juntas la noche había caído y muchos empleados ya estaban dejando sus puestos de trabajo, sin embargo, para mí la noche apenas comenzaba. Fui a mi oficina alegando tener algún pendiente que no podía esperar. Miller sabia que Mia, vendría a mi oficina, seguramente en su mente vulgar ya nos imaginaba desnudo sobre mi escritorio. La idea era m