Christopher No quería aceptarlo, pero tener mis manos sobre aquellos pechos redonditos y deliciosos me excitaba y aún más en la posición en la que estábamos. Solos, ella y yo… en la biblioteca ¿Qué más podía pedir para cumplir una de mis muchas fantasías? Sentí cómo se estremecía. Su pecho no dejaba de ser fascinante, no tenía deseos de detenerme. Aunque Ivy no lo quisiera, la haría mía en ese lugar. Tan sucio y rastrero como la misma chica lo era. ¿Vestirse de esa manera? Nunca pensé verla así, mucho menos que mi ira se encendiera cuando el maldito de Damian la había tocado y mucho más cuando ella volteaba a verme y dejaba que siguiera. Tenía que hacérselo notar, que yo era el único que podía robar sus quejidos. Aunque fueran de dolor… Sonreí y me acerqué a su rostro que aún se m

