El dolor que sentía ahora mismo era indescriptible, cuando empecé a tener contracciones en lo único que pensaba era como iba a nacer nuestra pequeña, ¿nacería como un lobo? Por lo que me planteé dar a luz en la manada de Jace, pero él rápidamente me saco de la duda. Nacían como humanos. Ir al hospital me hacía sentir mucho más segura, por algo la medicina había avanzado a lo largo del tiempo. —¿Cómo te encuentras Aria? —Me pregunta mi ginecóloga, entrando a la habitación, mientras yo me encontraba de espaldas apoyada en la camilla, muriéndome de dolor. —Estoy algo… adolorida. —¿Desde qué hora empezaron las contracciones? —Desde la una de la mañana —Responde por mi Jace. —Necesito que te recuestes en la camilla, necesito ver que tan dilatada estas. A regañadientes lo hago, la doctor