49— Mi Mejor Error

955 Palabras
Ambos bailando bajo la luz de la luna; la única testigo de este momento entre los dos. Sus manos acariciando mi espalda a la altura de mis hombros y las mías aferradas a su cintura tal como si ella fuera mi balsa y yo un náufrago que busca sobrevivir. Son tantas las cosas que me hace sentir que no sabría describirlas, pero el miedo a ese adiós temporal me acobarda y no quiero que eso me suceda. —Te amo rubia. Le susurró al oído mientras nos movemos. —Y yo a ti Pablo. Responde mientras sigue rozando mi espalda. —¿Te puedo preguntar algo? Digo tímidamente. —¿Me preguntas si me quiero volver a casar contigo y me preguntas si puedes hacer una pregunta? Dice de manera sarcástica robándome una sonrisa. —Vale, tomare eso como un si. ¿Era el anillo que esperabas? Pregunto finalmente y al parecer mi pregunta le ha causado gracia ya que se ríe. —Es el anillo más hermoso del mundo porque me lo has dado tú. Sabe cómo hacerme sentir bien, pero no me ha respondido. —Cariño, me refiero a los quilates... —¿Crees que me preocupa los quilates que tiene el anillo? Me pregunta sin dejar de moverse junto a mí. —Creí que si. Ella deja de moverse y se separa de mi tan solo un paso para mirarme a los ojos. —Rubio, en mi mano he tenido el anillo más grande y exagerado que te puedas imaginar, pero ¿para que me sirvió? Para que mi prometido me engañara...  Mira el lugar donde he vivido toda mi vida; es inmenso, pero nunca fui feliz. Incluso mi padre teniéndolo todo, lo que menos supo darme es su apoyo. Este anillo es perfecto. Dice mirando su mano. —Es como nosotros, es delicado, preciso, y brilla tanto que a miles de kilómetros se ve. Me explica. —¿Tu dices que nuestro amor brilla a kilómetros? Pregunto sonriente. —Así es... no importa que es lo que suceda; me doy cuenta de que no estamos dispuestos a renunciar a esto. Tu no me dejas hacerlo y yo no quiero que tú me dejes hacerlo. Me dice acariciando mi rostro y me pierdo en este mar de sensaciones. —Jacqueline, te amo con todo lo que soy. Le digo y la beso con todo este sentimiento que me invade. Su boca le da la bienvenida a la mía con alegría y entusiasmo. Nuestras lenguas se encuentran en una fiesta que alimentan nuestros sentidos y puedo sentir como sus manos se van colando por debajo de mi americana. —Vámonos a nuestra habitación. Propone en una pausa. —Por favor. Digo sonriente y sin más preámbulos entramos a la casa y nos dirigimos hacia nuestra habitación. —Rubio, eres mi aire vital. Me dice con su mirada fija en la mía mientras cierro la puerta y se acerca a mí para comenzar a besarme de una manera que hace que delire. —Y tú el mío. Le digo mientras que nos tenemos que separar para que pueda quitar mi corbata. Poco a poco nuestras prendas van desapareciendo mientras que caminamos hacia la cama y al llegar ella se tumba con la clara intención de dejar que recorra la geografía de su cuerpo a mi antojo. No sé cuánto tiempo vayamos a estar separados, lo único que sé es que quiero memorizarla completamente y llevarme este recuerdo conmigo por los días que estamos lejos. —Rubio, hazme tuya como nunca lo has hecho antes... Me pide de manera incoherente. —Lo que tú me pidas cariño... ¿Puede ser más provocativa? —Déjame tu nombre grabado en mí. Me pide. Si, puede serlo. Responde mi subconsciente. —Cariño, no me tientes a hacer algo que ya hemos hecho antes... Le susurro. —¿Eh? ¿De que hablas? Pregunta levantando su cabeza tan solo un poco para mirarme mientras beso su abdomen. Yo y mi gran bocotá... Si no lo he dicho hasta ahora, ¿Por qué lo he dicho ahora? ¿Quizás porque me gustaría volverlo a hacer, pero esta vez consciente de ello? —Nada olvídalo. Digo volviendo a besar su abdomen y poco a poco voy besando el resto de su cuerpo hasta regresas a sus labios. —¿Algún día me lo dirás? Pregunta entrecortado y volvemos a besarnos. —Si... susurro besando su cuello y sin poderlo resistir más entro en ella. Comenzamos moviéndonos lentamente hasta que el ritmo aumenta cada vez más; tanto que ya estamos devorándonos la boca con infinita pasión. Sus caderas siguiendo mi ritmo son algo que me encante y me vuela la cabeza. Sin poderlo resistir más, ambos sucumbimos en los brazos del placer y por mi parte me desplomo sobre ella para salir lentamente y recostarme a su lado. —Esto ha sido intenso... Dice feliz y muy agitada. —Lo ha sido... Afirmo mientras que ella se acomoda sobre mi pecho. —¿Me dirás de que estabas hablando? Pregunta nuevamente. —No hoy. No seas impaciente rubia... Digo riéndome. —¿Cuándo lo harás? Vaya que es persistente. —Cuando nos veamos nuevamente. Cariño, no te lo he dicho, pero debo viajar a España a grabar el videoclip de la canción. Le explico. —¿Y cuándo te vas? —En una semana y media amor... —Vale, entonces ¿cuándo regreses me cuentas? —Cuando regrese te mostrare de lo que hablo, solo espero que eso no arruine este romanticismo que tú y yo tenemos. Si tan solo supiera de lo que hablo.... —¿Me tengo que asustar? Pregunta preocupada. —Viendo que nos hemos enamorado, no... —¡No me gusta cuando te haces el misterioso! Me exclama y coloca su cuerpo sobre el mío. —En cambio a mí me encanta cuando te frustras así, te ves tan sexy. Digo sonriente. —¡Tramposo! —Para nada... Enamoradísimo de mi esposa, eso es lo que soy. —Rubio... Me susurra. —¿Qué? Me encanta cuando me llama así y deja la frase en el aire, me hace sentir tan especial. —Eres mi mejor error. Dice lanzándome su mejor sonrisa. —Y tu el mio rubia ya no tan engreída, ni tan insoportable... Digo feliz. —Vaya... ya hemos avanzado bastante... —Muchisisisisismooo... Digo exagerando y pego su cuerpo al mio. —Podemos seguir avanzando. Le propongo antes de volver a besarla.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR