—¿De verdad crees que a tu madre le haya gustado el almuerzo que he preparado?— Me pregunta una vez más cuando cierro la puerta de nuestro cuarto. —Cariño, a toda mi familia les ha encantado el almuerzo y han pasado un día increíble disfrutando de ver como Allegra jugaba con sus primos.— Le digo e intento convencerla de que no debe preocuparse tanto. —Es que tu madre es perfecta... yo no conseguiré ni acercármele a los tobillos nunca.— Comenta preocupada mientras enciende la luz de los veladores. Cierro la puerta con llave y ella me mira preocupada haciéndome reir. —Cariño, la niña ya está dormida en su cuarto; y si nos necesita golpeara la puerta.— Le explico. —Pero...— Intenta decir, pero le interrumpo. —Pero, es una niña de cinco años que es muy madura para su edad. Cuando nazcan