Dos dias despues...
—¿Preparada para entrar a casa de mi familia como la legítima señora de Moreno? Le pregunto mientras observo cómo termina de colocarse el vestido corto color rojo que invita a ser quitado.
Ella me mira de manera tímida y sé que todo esto le da mucha vergüenza ya que prefiere que nadie sepa nada de lo que pasa puertas adentro de nuestra casa, pero ha aceptado en decirle a mi familia que este matrimonio ya no es uno donde fingimos ser felices. — Sí, estoy lista... con mucha vergüenza, pero allá vamos.
—No entiendo porque sientes tanta vergüenza, si es que a mi familia les has caído de maravilla cuando te conocieron... Digo un poco confundido.
Se acerca a mí de manera muy lenta y al llegar enfrente de mí, lleva sus brazos por encima di mis hombros. — Es que no me quiero ni imaginar lo que deben de estar pensando que sucedió entre nosotros. Me explica casi en susurro.
Creo que comienzo a comprender por donde va, aunque en realidad no es muy clara. — ¿Te refieres a que se den cuenta que hemos hecho el amor? Pregunto con una media sonrisa.
—¡Rubio! Me grita.
En estos momentos es una niñita, pero vaya que me gusta que sea así de tímida con algunas cosas y luego tan apasionada cuando estamos solos. –Vale... pero que sepas que se ha enterado medio mundo ya que tú y yo estamos juntos de todas las maneras que un hombre y una mujer pueden estarlo.
—Lo sé, pero tu familia... Dice y suspira.
—Mi familia nada... Ven vamos. Digo e intento caminar pero ella me detiene.
—¿Le has contado algo a alguien? Creo que mi cara me ha delatado... —¡¿A quién le contaste y que le has contado?! Me exige.
—Nada... tranquila amor... Digo evitando decirle acerca de la conversación que tuve con Casi donde le dije todo lo que esta mujer me hace sentir.
—Vamos antes de que me arrepienta. Dice y salimos de la habitación.
[...]
Cuando ya todos nos hemos saludado, tomamos asiento en la larga mesa de la casa de mis padres para finalmente comenzar a cenar. Una vez que la comida está servida, me pongo de pie para que me presten atención y al ver a mi esposa, me doy cuenta que si pudiese me mataría en este momento.
—Familia, sé que muchos ya lo saben porque lo he hablado con ustedes, pero ahora que estamos todos reunidos quiero anunciarles que esta mujer sumamente hermosa y deslumbrante que tengo sentada a mi lado y yo, nos hemos enamorado. Hemos decidido que esto sea un matrimonio de verdad y uno donde fingimos para el resto del mundo. Digo con una enorme sonrisa tatuada en mi rostro.
—¡Que buena noticia hijo! Dice mi madre con muchísimo entusiasmo y se acerca a nosotros para saludarnos.
Siguiendo sus pasos, el resto de la familia hace lo mismo y le dejan saber a Jackie que realmente es aceptada con mucho entusiasmo en esta loca pero muy unida familia.
—Supongo que los hijos son parte de ese matrimonio ahora, ¿no? Pregunta mi madre haciendo que casi escupamos el vino que habíamos tomado.
—¿Quieres responder tu mi amor? Le pregunto mirándola e intentando no reírme de su expresión.
—Rubio... Es lo único que me dice y sé que quiere esconderse debajo de la mesa.
—Quizás mas adelante. Por ahora solo intentamos conocernos bien. Aclaro y la media sonrisa de mi hermana me hace saber que ella sabe bien de que hablo. En realidad ella es a la única a la cual le he contado todo lo que ha sucedido y está sucediendo entre nosotros; digamos que es mi cómplice.
—Bueno, no se tarden tanto que Sofía, Elisa, y Bruno necesitan un nuevo primito con quien jugar. Comenta mi hermana y creo que la matare.
Vuelvo a mirar a mi esposa y noto que ya no solo esta sonrojada, si no que tiene el tono más rojo que exista en sus mejillas. –Vale, mejor cambiemos de tema. Digo intentando salir de esta situación y tomo asiento.
La cena transcurre entre amenas charlas acerca del evento del hotel de Barcelona, de la fundación, y de lo que cada uno está viviendo en estos momentos. También se han dado a la tarea de hacerle mil preguntas a Jackie acerca de su vida y su familia. Yo que la creía la mujer más atrevida del mundo, aquella que está acostumbrada a hablar con todo el mundo; resulta que es una mujer tímida cuando se trata de su familia política. Entre una cosa y otra al mirar el reloj, veo que son más de la medianoche. Nos despedimos de todos y salimos de la casa.
Le ayudo a subir al auto y luego me subo del lado del conductor. Me extraña que este tan callada. —¿Te encuentras bien? Le pregunto después de poner el auto en marcha.
—Sí, solo un poco cansada. Dice sin más.
Tengo la sensación de que esta enfada o algo asi, pero no entiendo muy bien porque.
—¿Te has enfadado? Pregunto de manera muy cautelosa.
—No.
—¿Entonces? Insisto.
—Es que me asusta como esta yendo todo esto...
—¿A qué te refieres? Pregunto un poco preocupado.
¿Se está arrepintiendo?
—A que no me gusta que ya nos estén preguntando por los hijos... No sé, no estoy acostumbrada a que nadie se meta en mi vida de esa manera.
—Cariño, ellos solo preguntaron porque son así, pero no por meterse en nuestras vidas. Le intento explicar.
—Quizás sea como tú dices, pero es que yo no estoy acostumbrada a que nadie me pregunte nada de esas cosas. Vengo de una familia donde las únicas charlas importantes son las de negocio. Me dice y noto un rastro de tristeza en su rostro.
—¿Y tu madre? ¿Ella también te habla de negocios? Pregunto con mucha curiosidad ya que nunca habla de ella.
—Ella murió cuando yo era una niña. Me explica.
—Lo siento mucho amor, no lo sabía...
—No te preocupes, pero ¿ves? Yo no estoy acostumbrada a esto. La esposa de mi padre está con el solo por el dinero. A mi padre no le importa nada de lo que yo haga mientras no perjudique a la empresa. Todo esto de la familia, de que me pregunten por los hijos y demás, es nuevo.
—Discúlpame cariño, prometo que no sucederá nuevamente.
—No es eso rubio, no eres tú, soy yo la que tiene que aprender a vivir esta nueva vida. Dice y por primera vez una tímida sonrisa se dibuja en su rostro.
—¿Pero te puedo ayudar con eso? Le pregunto y luego abro el garaje de la casa con el control a distancia.
—Tú ya me estas ayudando, tu eres esa nueva vida y eso ya es muchísimo. Me responde con más ánimo.
Una vez que entro el auto al garaje bajo del mismo y camino hacia el lado del pasajero para ayudarle a bajar. —¿A sí que soy tu nueva vida? Le pregunto tomándola por la cintura.
—Si rubio, tú eres mi nueva vida. Me repite acariciando mi cabello.
—Eso suena muy bien... Le susurro.
—¿Qué tan bien?
—Demasiado... Me gusta mucho...
—A mi también me gusta que seas mi nueva vida... Dice de manera sensual.
—Mmmm rubia, entremos mejor que no sabes las ganas que tengo de quitarte ese vestido. Le confieso entre risas.
—Me agrada la idea, de paso podemos practicar eso de los hijos... Me propone.
—Practiquemos entonces. Le digo al oído para luego besarla.