Acaricio su largo, y en este momento desordenado cabello mientras que esta recostada sobre mi pecho. La escucho respirar y solo puedo pensar en lo que acaba de ocurrir aquí; ha sido tan perfecto, pero es que ella es perfecta. Cada milímetro en ella es una obra de arte que apreciaría toda mi vida, sus manos supieron exactamente qué hacer para hacerme sentir el hombre más amado de este mundo. Aun no me ha dicho nada de lo que le he confesado y sé que quizás he ido muy de prisa, pero es que ella me ha hecho comprender que hay veces donde nos podemos enamorar con tan solo una mirada.
—Rubia, ¿Te encuentras bien? Logro decir finalmente.
—Que pregunta rubio... Me dice y se echa a reír contagiándome.
—Vale, déjame reformular la pregunta. Digo cuando logro parar de reír y tomo aire. —¿Te arrepientes?
Ella se acomoda sobre mi pecho apoyando su barbilla en sus manos y me mira detenidamente. –No Pablo, no me arrepiento. Has sido increíblemente dulce, pasional...me ha encantado estar contigo. Gracias por ser así. Me dice con una amplia sonrisa.
—No me des las gracias. Esto no ha sido un favor. Digo acariciando su rostro.
—Lo sé, no lo decía por eso. Me explica.
—¿Y por qué lo dices entonces? Le pregunto confundido.
Ella deja una de sus manos libres y con sus dedos comienza a acariciar mi pecho. –Te digo gracias porque por primera vez he sentido que un hombre me ama mientras me hace el amor. Me dice haciendo que cese mi respiración.
Inevitablemente sus palabras hacen que me emocione, pero que a la vez sienta tristeza de que haya pasado por todo eso. –Rubia, no sabes lo que tus palabras me hacen sentir. Le digo haciendo que se acomode mejor sobre mí. –Quiero que sepas, que lo que te he dicho hace un instante es verdad. Te amo. Le vuelvo a repetir y la beso.
—Me da un poco de miedo la velocidad con que todo esto está ocurriendo. Dice con su frente apoyada sobre la mía.
—Lo sé, a mi también me da miedo, pero no se... las cosas están sucediendo así.
—Ya lo sé rubio. Dice seguido por un suspiro.
—¿Te puedo preguntar algo?
—Miedo me dan tus preguntas. Me dice riéndose.
—Si no quieres, no contestas...
—Pregunta, vamos... ¿Qué es lo mas incomodo que me podrías preguntar? ¿Si soy virgen? Dice entre risas.
—Bueno, la respuesta es clara después de esto, pero lo que te quisiera preguntarte es... ¿Qué has sentido? Digo con dudas.
—¿De verdad rubio me estas preguntando eso? Me pregunta levantando una ceja.
—Creo que me he vuelto un idiota porque no puedo conjugar una pregunta bien. Digo entre risas.
—Rubio, la pregunta está bien conjugada, pero la respuesta a lo tuyo es obvia ¿no?
—Eh si... pero no me refiero a lo físico; lo cual ha sido fuera de este mundo.
—¿Entonces?
—¿Has sentido miedo?
—No Pablo, estaba nerviosa; pero, tú no me das miedo. Todo lo contrario, me está haciendo volver a creer en el amor.
—Me encanta escuchar eso. Digo con una amplia sonrisa.
—¿Te puedo confesar algo? Me pregunta de una manera muy sensual que hace que me agite.
—Lo que tú gustes rubia...
—Besas muy, pero muy bien...
—¿Solo eso? Pregunto en broma.
—¡Engreído! Me exclama entre risas. –Aunque, si debo confesarte que si sabes cómo tocarme con dulzura, pero de manera muy provocativa al punto de hacerme perder la razón. Continúa diciendo y yo estoy aquí muriendo de ganas de todo con ella.
—Gracias por ese cumplido y déjame decirte que tu también sabes cómo enloquecer a un hombre con tus manos... Le digo de manera sugerente.
—Rubiooo... Me dice y cubre su rostro con sus manos.
—No, no tengas vergüenza. Eres mi esposa, ¿no? Pregunto con una media sonrisa.
—Y si...
—Señora Moreno, le voy a confesar algo. Digo con un toque de intriga.
—¿Qué cosa?
—Te quiero comer la boca. Le digo sonriente al recordad donde aprendí esa frase.
Ella comienza a reírse de una manera que me contagia. —¿De dónde has sacado esa frase? Pregunta.
—De una canción que he escuchado cuando estuve en Argentina. Le confieso. –Pero, no me cambies de tema... Le advierto mientras hago que los dos rodemos por el colchón para que ella quede debajo de mi.
—Mmmm... como que tienes ganas de volver a comenzar. Me dice sugerentemente al sentir cada parte de mi cuerpo sobre ella.
—Prepárate rubia, porque no te he dicho algo... Digo con una media sonrisa.
—¿Qué es lo que no me has dicho? Pregunta mordiendo su labio inferior.
—Una vez en una entrevista me preguntaron ¿Qué harías tres veces? y dije que tres veces una noche desenfrenada o tres veces en una noche... Le digo con mi mirada clavada en la suya. —¿Cuál crees que va a pasar hoy? Le pregunto sonriente.
—Mmmm... pero que pícaro que has resultado. Me dice sonriente y con sus manos acariciando mi rostro, mi cuello, y bajando hasta mi pecho. –Cumple con la primera opción y luego vemos si vamos por la segunda opción. Me dice y sin darme tregua me besa haciendo que cada parte de mi la necesite con desesperación.