34— Todo eso, pero Mia

1326 Palabras
Voy caminando por los el lobby de este hotel con su mano entrelazada en la mía; siento la mirada de los empleados sobre nosotros y como algunos murmuran a nuestro paso, pero honestamente no me importa nada. Nuestra relación se ha hecho tan publica desde el principio, que no hay nada que ocultar y esta sensación de libertad es una de las cosas que más me gusta junto a ella. —Rubio, ya regreso. Tengo que ir a firmar unos documentos, ¿Por qué no me esperas en el bar junto a la piscina y ya después nos vamos? Me propone deteniéndose en medio del lobby. —¿No quieres que vaya contigo? Pregunto con una sonrisa de idiota enamorado que me delata. Ella se para enfrente de mí, lleva sus manos por encima de mis hombros y atrapa mi nuca entre sus brazos al entrelazar sus manos. –Te ves tan guapo así todo enamorado... Dice con una amplia sonrisa que aumenta esa sonrisa que ya tenía. —Parezco un idiota, ¿no? Pregunto riéndome de mi mismo. —Mi idiota. Responde contagiándose de mi risa. —¿Tu idiota? Le pregunto acercando su cuerpo más al mío y sin importarme el espectáculo que estemos dando. —Mío. Dice y me besa en la mejilla. –Mío. Vuelve a decir y besa la comisura de mis labios. –Solo mío... y yo soy solo tuya. Dice finalmente y me besa. Si su idea es tenerme comiendo de la palma de su mano; lo está logrando. Su beso me lleva a sitios que nunca antes había conocido; mi alma esta saciando toda su sed en ellos. Esta sensación de poder besarme con alguien de manera tan libre hace todo mucho más especial. Toda ella me hace sentir único. El beso lentamente va terminando y sé que es solamente porque sabemos dónde estamos. Apoyo mi frente sobre la de ella y me quedo con mis ojos cerrados aun sintiendo la sensación de su beso. —Mmmm... pero que delicioso que besas. Le digo delirando con el sabor de su labial sobre mis labios. —Tú también besas exquisitamente bien. Me encanta la manera en la que lo haces... Me dice bajito y sus dedos quitan los restos de labial de mi boca. –Pensar que me parecías el hombre más insoportable del mundo cuando te conocí. Dice entre risas. —No, y tú... es que me caías de maravilla. Le digo sarcásticamente y ambos reímos ante nuestras palabras. —Le pasa a muchos. Dice haciéndose la diva mientras juega con su cabello y se ríe. —¿Recuerdas cuando te compare con Beyonce? Le pregunto riéndome de mi recuerdo. —¡Claro! ¿Cómo olvidarlo? —Bueno, déjame decirte que creo que eres muchísimo más hermosa que ella con todo respeto hacia ella eh. Le digo con mi mirada fija sobre la de ella. Se acerca a mi oído y mientras lo hace yo tiemblo de nervios.  —Vaya... es que a ti hacer el amor te cae de maravilla; te pones romántico y todo. Me dice al oído y luego deja una caricia en mi cuello. Esta vez soy yo quien se acerca a su oído. –Como no te das una idea... y si no quieres que toda esta gente vea como te tomo entre mis brazos para regresar hacia la habitación, mejor ve a firmar esos papeles.... Le advierto haciendo que deba cubrir su boca para no reírse tanto. —¡Insaciable! Me exclama susurrando en mi oído. —Rubia, no tientes a la suerte... anda... Digo sonriente y ella finalmente se suelta de mi. —Vale, te veo en el bar de la piscina. —Vale, te espero. La observo caminar y vaya que estoy demasiado enamorado de ella. ¿Cómo rayos ocurrió esto? Me pregunto mientras me doy media vuelta y camino hacia el lugar acordado. Creo que mi pregunta no tiene una respuesta exacta; solo ocurrió porque asi sucede el amor. Vas por la vida muy tranquilo y de repente algo ocurre; ahora, lo que me ocurrió a mi fue más lejos... primero me case sin saber como con quien yo creía que era una loca insoportable que sería mi peor pesadilla, y después en cuestión de pocos días me enamoro como un loco. No sé como lo hizo. No sé si fueron esos ojos grises que me miran tan profundamente. No sé si ha sido su historia la que me hizo entender quien era ella realmente. No sé si fue su perfecta manera de besarme que me ha hecho enloquecer por ella o quizás es simplemente ese todo que ella es por dentro y por fuera que me tiene así. Me siento en uno de los taburetes de la barra y a pesar de que es temprano para beber alcohol le pido un gintonic al barman. Volteo el taburete para tener una vista a la piscina, la cual al mismo tiempo tiene una vista a las hermosas playas de Barcelona, y me quedo apreciando el paisaje mientras mi mente recorre un camino por todos los recuerdos de ella y yo desde el día que nos encontramos despertando en aquella cama juntos. —Aquí tiene. Me interrumpe el barman y me entrega el trago. —Gracias. Me dispongo a pagarle cuando el levanta su mano. —Es el esposo de la señorita Echevarria. Me deja saber. —La señora Moreno. Le corrijo e incisito a darle el billete. —Perdón, la señora Moreno. Dice y nuevamente rechaza el dinero. —Tú propina. Digo finalmente y dejo el billete sobre la barra y me pongo de pie. —¡Gracias! Le escucho gritar mientras me alejo y solo le hago un gesto con mi mano queriéndole decir "de nada" Me recuesto sobre una de las tumbonas con vista a la playa y me quedo aquí pensando en todo lo que estoy viviendo en mi nueva vida como hombre casado mientras que la espero. [...] No sé cuánto tiempo ha transcurrido, pero finalmente la veo caminando hacia mí. Esta rodeando la piscina ya que salió por otro lado de hotel y yo solo la observo, es como si estuviese desfilando para mí. De repente un tío se acerca a ella desde atrás y coloca su mano sobre su hombro. No puedo escuchar bien que él lo que esta diciéndole, solo puedo ver como ella niega con su cabeza y el sigue insistiendo en lo que sea que le esté diciendo. No sé qué está ocurriendo allí, pero sin pensarlo me pongo de pie y camino hacia allí. —¡Te dije que no! Escucho que le dice ella. —Pero, ¿Por qué? ¿Acaso no te gusto? —¡Que no! Vuelve a decirle y ya estoy a pocos pasos de ellos cuando veo que ese idiota se acerca a ella con la clara intensión de besarla. —¡Suelta a mi esposa! Le grito haciendo que se de vuelta para mirarme. El me mira con sus ojos abiertos de par en par casi como no pudiendo creer lo que le he dicho. —¿Tu esposa? —Sí, mi esposa. Ahora vete de aquí y no te le vuelvas a acercar. Le advierto. —Lo siento... yo no sabía... Dice sin mirarnos y se va. —Gracias... Me dice con una sonrisa después de que ese idiota se fuera. —No tienes nada que agradar, soy tu esposo y honestamente no me gusta que se metan con mi mujer. Digo serio. —No te pongas así... Dice mientras se acerca a mí y acaricia mi rostro. —No es contigo, es con el... pero, creo que me tendré que acostumbrar; eres tan hermosa. —Claro, porque yo me case con Shrek y nadie te mira. Me dice con una media sonrisa y sus palabras me hacen reír. —Me miran porque soy cantante, si no lo fueran ni lo harían... créeme. Le explico. —Yo te mire, y no sabía que eras cantante... Me confiesa y sus labios se posan sobre los míos. —Y yo en ti sin saber que me iba a tener que pelear con tíos como ese mi diva... —Mmmm... creí que habíamos dejado lo de diva a un lado... —Nunca, siempre serás mi diva, mi esposa, mi rubia, mi loca hermosa... todo eso y más, pero siempre MIA. Digo enfatizando esa palabra y la beso con estas ganas que me consumen. —¿Vamos? Me pregunta cuando ya no tenemos más aire. —¿A dónde? Pregunto con una media sonrisa que ella responde. —Por ahora a casa... después vemos. —Ese después vemos, me gusta... Vamos...
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