Después de una noche bastante complicada, logro despertarme. Me cuesta acostumbrarme a que no estoy en mi casa si no en esta ostentosa casa que para mi gusto es demasiado, pero bueno debo comprender que de alguna extraña manera termine casado con una mujer un tanto exagerada en cuanto a sus gustos. Me levanto de la cama y aun un poco dormido salgo de la habitación; tengo sed, hambre, y sueño; vaya combinación...
Al entrar a la cocina creo que voy entendiendo de qué va su venganza. Sin hacer ruido me quedo parado bajo la apertura que divide la sala de la cocina y observo como ese camisón de seda color rosa pálido se ajusta a su figura. ¿No podría haberse puesto un albornoz o algo?
Sin que ella me escuche y aprovechando que esta muy entretenida en sus labores culinarias me acerco a ella —¿Así es como te vas a vengar de mi? Le pregunto al oído haciendo que dé un salto a causa del susto que le he dado.
—¡¿Tu me quieres matar?! Me grita volteándose y llevando una mano contra su pecho.
—¡Perdón! No sabía que te ibas a asustar tanto, pero te lo tienes merecido. Le digo cruzándome de brazos.
—¿Por qué dices eso? Ni siquiera hemos hablado desde anoche. Dice sin entender de que hablo.
—¿Acaso tu vas vestida por la vida así? Le pregunto algo serio.
—No se tu, pero yo no duermo con ropa... ósea mínimo un camisón, pijama, algo mas cómodo ya sabes... Además, me críticas a mí y tu andas vestido solo con ese pantalón corto. Me replica haciéndome reír.
—Sí pero a mí...
Mejor no continúo.
—Pero a ti ¿Qué?
No se me ve condenadamente sexy... eso es lo que tengo ganas de decir, pero no lo hare.
—Nada, mejor desayunemos.
—De acuerdo. Dice colocando unos platos en la mesa que hay en la cocina. –Sabes, debemos viajar hoy a Barcelona; tengo que resolver unas cosas antes de la inauguración. Me explica.
—Eh... bueno... la próxima avísame con más tiempo porque yo también tengo una vida, un trabajo, una familia... ya sabes, lo que la mayoría de la gente tiene. Digo de manera sarcástica.
—Lo sé, eres un cantante muy famoso, intentare que en el futuro las cosas sean más organizadas. Estuve leyendo de ti en internet anoche. Dice sin mirarme y haciendo que me sorprenda.
¿Ha leído de mí? No sé muy bien si eso es bueno o malo ya que en internet hay demasiadas cosas.
—¿Y qué tanto has leído? Pregunto nervioso.
—Bueno me he dado a la tarea de escuchar algo de tu música...
—¿Qué más? Pregunto mientras nos sentamos para desayunar. Cabe destacar que ha preparado tortitas y con eso ya le perdono lo del camisón.
—Vi una foto de tu ex novia... vi algunos rumores...
—¿Marta? Pregunto mientras me sirvo zumo.
—Sí, muy bonita ella. Me comenta poniéndole sirope a las tortitas.
—Con todo respeto, tú eres mucho más hermosa. Digo con mayor honestidad.
—Pero no soy tu novia.
—No claro, eres mi esposa. Digo sonriente.
—Por accidente... Me aclara.
—Eso lo sabemos solo tú y yo; el resto del mundo cree que estamos profundamente enamorados y por ahora deben seguir creyendo eso.
—Bueno... también estuve viendo algo de tus conciertos...
—¿Por qué te ha dado esa curiosidad? Creí que odiabas la música, los músicos, y todo lo relevante a este ámbito.
Me da muchísima curiosidad saber a qué se debe todo esto.
—Debo saber con quién me he casado. Responde con mucha naturalidad.
—Yo tengo el mismo derecho, ¿no?
—Mi información no es tan publica, no soy ni cantante, ni actriz, ni nada de eso...
—Ni modelo. Añado. Entre risas.
—Ni modelo. Afirma.
—¿Has estudiado alguna carrera? Pregunto de la nada.
—Sí, finanzas y gestión de hospitalidad.
—Vaya... una mujer inteligente.
—¿Acaso creías que no lo era? Que sea rubia y haya despertado en tu cama no quiere decir nada eh... Me dice en broma.
—Si de rubios hablamos, yo también soy rubio eh... así que créeme que no te juzgo por el color de tu cabello. Respondo sin poder parar de reírme por la manera que se ha defendido.
—La única diferencia entre los dos, es que tu si eres modelo... Me dice con una media sonrisa bastante sarcástica.
—¿Te estás burlando de mi? Le pregunto haciéndome el ofendido y poniéndome de pie.
—Vamos que esas caras que pones en las fotos...
—Ya verás rubia... Digo amenazándola y con ella sentada aparto la silla de la mesa para comenzar a hacerle cosquillas.
—¡Pablo! Me grita entre risas y desesperada porque me detenga.
—¡Pablo nada, tú has comenzado! Le reclamo y la tomo entre mis brazos para sacarla de la silla e ir con ella hasta el jardín. —¡Ya verás!
—¡Pablo, no! Exclama al ver que me dirijo a la piscina.
—¡Esto es para que dejes de burlarte de mi! Digo entre risas y sin pensarlo dos veces la lanzo a la piscina.
La veo sumergirse mientras me rio y al verla salir a la superficie me mira tal como si me fuera a matar.
—¡Yo te mato! Me grita acomodando su cabello. –Al menos ayúdame a salir, ¿no? Me exige extendiendo su brazo.
—Vale...
Extiendo mi mano para ayudarla, pero ella me tira para que también caiga en la piscina y puedo escuchar su risa mientras me sumerjo. Al salir a la superficie la tomo por la cintura y pego su cuerpo al mío.
—Que vengativa que eres. Digo serio y al ver la manera que su camisón se ha pegado al cuerpo y como trasluce su piel dejándome ver más de la cuenta ya que no trae sujetador puesto, hace que me ponga muy nervioso.
—¿Qué sucede? ¿Por qué me miras así? Pregunta confundida.
—Eh no nada... Digo muy nervioso, pero es tarde ya que ella se mira asi misma y al ver lo que yo estoy viendo se cubre.
—¡No me mires! Exclama e instintivamente la suelto. —¡Ve a la casa, traeme una toalla o algo, no te quedes ahí como un idiota! Me reclama.
—Está bien, ya vengo. Digo apenado y salgo de la piscina.
No debí haberla lanzado a la piscina... ha sido demasiado perjudicial para mi salud. Rápidamente e intentando no mojar tanto el piso, voy al baño de la planta de abajo, busco una toalla y salgo nuevamente al jardín.
—Aquí tienes. Digo abriendo la toalla para que ella se envuelva.
—Date la vuelta. Me exige y hago lo que me pide, pero sin soltar la toalla.
—Ya está. Me dice una vez que se ha envuelto la toalla alrededor de su cuerpo.
—Perdóname, no quería...Le explico mirándola con algo de vergüenza.
—Ya esta...
—¿De verdad me perdonas? Le pregunto dando dos pasos hacia ella.
—Si rubio, ya está.
—Eres tan hermosa. Confieso bajo el hechizo de sus ojos.
—Pablo...
—Solo déjame darte un beso... Le pido acariciando su rostro.
Ella no me dice absolutamente nada y no sé si eso es un si, pero me lo tomare como tal. Coloco una de mis manos en su cintura, mientras que con la otra sostengo su rostro y acorto toda distancia entre los dos. Sus labios saben extrañamente exquisitos entre una mezcla de dulce y agua de piscina. Su boca le da acceso a mi lengua para comenzar a explorarla y mientras lo hago me voy dando cuenta que esto esta yendo mas allá de una simple atracción y vaya que me dan miedo estos sentimientos... ella no puede saber lo que me ocurre, si lo hace saldrá huyendo de esta casa.
—Rubio... Me susurra en lo que es casi una súplica.
—Lo sé... lo siento. Digo antes que pueda continuar. –Es mejor que nos vayamos a duchar y a alistar para partir rumbo a Barcelona. Digo y sin darle tiempo que me diga nada me doy media vuelta y entro a la casa.