Capítulo III-3

2472 Palabras

—Por supuesto, madre —contestó Edmund—, que no hago otra cosa. Miró rápidamente a Edward Dorrit, lo observó unos segundos y exclamó, en un arranque de confidencialidad: —¡Vamos, viejo amigo! ¿Arreglado? —La verdad es que, después de todo —dijo la dama avanzando elegantemente un par de pasos hacia el señor Dorrit—, me temo que tendría que haberles dicho de entrada que le garanticé al buen posadero que correría con todas las consecuencias de haber ocupado en su ausencia la suite de un desconocido durante el tiempo (escaso) de una comida. No tenía ni idea de que el legítimo propietario volvería tan pronto ni tampoco tenía la menor idea de que hubiera vuelto; de haberlo sabido, me habría apresurado a devolverle mi inmerecida habitación y le habría ofrecido explicaciones y disculpas. Espero

Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR