Capítulo X Los sueños de la señora Flintwinch se complican Las oscuras salas de espera del Negociado de Circunloquios, en las que había pasado largas horas acompañado de diversos díscolos delincuentes, condenados a ser desmembrados en esa rueda de tortura, habían dado a Arthur Clennam, después de tres o cuatro días, tiempo de sobra para pensar hasta la extenuación en su reciente encuentro con la señorita Wade y Tattycoram. No había conseguido sacar nada nuevo en claro, y en esas deficientes condiciones se resignó y desistió. En todos esos días no había pasado por la lúgubre y vieja casa de su madre. Algunas noches tenía por costumbre cumplir con sus obligaciones, y una de ellas dejó su residencia y a su socio casi a las nueve y se dirigió a paso lento al sombrío hogar de su juventud. E