2. Engaño

674 Palabras
Ailén Vilha > Mis ojos ven borrosa la escena por las lagrimas que los llenan, tales lagrimas resbalan por mis mejillas, sin embargo un sollozo ahogado por sentir mi corazón desgarrarse de una forma indescriptible sale de mis labios al reconocer a su amante quien susurra como gime algunas palabras pero me duele más cuando habla de mi y del como yo no puedo complacer a mi esposo, Cian embiste más fuerte callándola pero esas palabras ya están en mi cabeza, haciéndome sentir que falle como mujer, como su esposa, pero ese dolor que siento es inimaginable, duele como nunca creí esto podría doler, la mujer que más me odia en la vida y siempre a buscado quitarme los novios, pretendientes y más, es a quien ahora folla mi esposo, el quién prometió que ella no me lo podría quitar a el pero eso hace y al parecer desde hace mucho, me siento rota, humillada, en especial cuando captó la atención de ella quien me ve sorprendida y luego sonríe cínicamente, retrocedo sin fijarme haciendo uno de los adornos detrás de mi caiga y me sobresalte ante el impacto que hace Cian se detenga y se fijen en quien interrumpe su momento de éxtasis fijándose en mi, me siento peor ante su mirada, porque me encuentro vulnerable y humillada. El azul de Cian me ven sorprendidos y luego ¿culpables? — Cariño — me llama girándose por completo a mi saliendo de ella quien no se contiene en soltar un gemido — cariño yo — se cubre su parte al no estar por completo desnudo --- te lo pue... Niego seguidamente con la cabeza buscando poder hablar porque me siento ahogada, rota y sin voz, por lo que me fuerzo a hablar. — Cállate — interrumpo en un susurro sintiendo como mi voz me a dejado ante lo ronca que se escucha — esto nunca, oye me bien... — respiro profundo por sentirme ahogada — nunca te lo voy a perdonar — señaló a ambos — olvídate de mi — lloro sin poder evitarlo — ya no soy tu esposa, ya no soy tu mujer — comienzo a sollozar alejándolo de mi cuando se acerca e intenta tocarme — ¡No soy nada tuyo! ¡No lo soy! — bramo con dolor, retrocedo oyendo la risa de esa mujer que envenena mi sistema — ¡Quédate con tu amante en turno! Me da igual — suelto con dolor, un ardor recorre mi garganta y pecho, me doy la vuelta sin ver bien por mis lágrimas, camino al ascensor el cual tarda en abrirse la puertas, siento como me toma del brazo y tira de mi haciéndome sentir asquerosa cuando siento su otra mano en mi rostro la cual manoteo alejándola. Grito de impotencia golpeándolo para que me suelte, las arcadas no se hacen esperar. — Amor debes oírme, princesa... — una bofetada limpia y seca impacta contra su rostro interrumpiéndolo. Me observa sorprendido al igual como me siento ante mi arrebato. —¡No me toques! — lo empujó — ¡Me das asco! — lloro ingresando al ascensor cuando se abre y gracias al cielo no tarda en cerrase dejándome ver como se queda atónito ante mi reacción. Me resbaló contra la pared de metal del ascensor hasta caer en el piso soltándome a llorar. — Yo te amaba, yo te amaba mi amor — expreso aferrándome a mi cartera como único sostén para no caer al agua y terminar de ahogarme entre mi dolor y lágrimas, lloro con dolor puro al sentir ese fuego sofocante en mi interior — ¡¿Por que?! ¡¿POR QUE?! — grito entre dientes sintiendo como mi garganta arde. Golpeó mi pecho buscando aire de estúpida forma. Saco mis llaves de mi cartera al llegar al estacionamiento levantándome como puedo me dirijo a mi auto ignorando si hay alguien, quito la alarma e ingreso al auto, no pienso ni dos veces cuando lo enciendo y arrancó fuera pasándome de la salida, aceleró fuera del lugar.
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