6: La Fiesta (Parte 1)

1063 Palabras
[MATEO] He intentado no sentirme no sentirme un idiota durante todo el día, pero es que no puedo dejar de pensar en lo que sucedió con Aziel. No debí ir con ella a recorrer Madrid anoche, no me debí acostar con ella esta mañana, mucho menos debí dejar que pasara todo lo que pasó y no recuerdo. Una de las reglas de oro que tengo a la hora de hacer negocios, es no involucrarme con ninguna mujer que esté sentada alrededor de la misma mesa dónde me encuentro haciendo negocios. Tampoco con ninguna mujer que sea familiar o amiga del dueño de la empresa. Con ella rompí todas esas reglas y todas a la vez. Me veo aquí parado frente a este espejo, y me pregunto cómo rayos voy a mirar a la cara a Lucio, cuando me terminé cogiendo a su hija, y no solo eso, sino que fui con quien se vengó de su prometido. Sé que también lo vere a él en esa fiesta y tan solo espero que no se dé cuenta de nada de lo que paso. No quiero que este negocio se caiga, es uno muy importante para la empresa. Termino de acomodar las mangas de mi traje, y una vez que estoy listo, busco mi billetera de encima de la mesita de noche, la llave de la habitación, y finalmente salgo de aquí para ir a esa fiesta que él preparo en mi honor, otra tradición que él tiene. Normalmente, los clientes internacionales con los que trato me llevan a cenar, contratan un chofer para mí, y cosas como esas, pero Lucio tiene una manera diferente de tratar a todos y si hay algo que aprendí en este mundo, es que jamás puedes despreciar las atenciones de un cliente. Una vez en el lobby del hotel, me indican que el auto ya está esperándome afuera. Agradezco, y rápidamente salgo del lugar. El calor de Madrid pareciera esta más intenso que nunca, pero afortunadamente, apenas el chofer me abre la puerta, puedo sentir la brisa del aire acondicionado. […] Es poco el tiempo que pasa cuando el chofer dobla en una calle y una inmensa casa se ve a lo lejos. No es que la residencia sea más grande que la casa de mis padres en Miami, pero por tratarse de Madrid, una ciudad de reducidos espacios, esto está mucho más que bien. La entrada de coches está llena de vehículos por lo cual decido bajar un poco antes y recorrer el resto del trayecto a pie. El chofer sabe perfectamente que lo llamare cuando necesite que me recoja así que él solo da reversa y se marcha. Mientras tanto yo trato de tranquilizarme y saber que lo de anoche fue solo circunstancial, o al menos eso elijo creer. Prefiero no complicarme tanto por una noche, y espero que ella tampoco. Al llegar a la puerta, una de las empleadas me da la bienvenida, y me indica por donde ir hacia al jardín. Sigo el camino saludando a alguna que otra persona que me encuentro en el interior mientras que conversan con otros, y al salir al jardín, me doy cuenta de que Lucio ha hecho una fiesta en grande. Ha hecho poner un gran gazebo que cubre el jardín entero y debajo de este, una decoración de mesas altas de coctel, una gran barra en el centro, y por supuesto música en vivo. Camino hacia donde esta él, y trato de no mostrar mi nerviosismo cuando la veo a ella a su lado. —Señor Lucio, que gran fiesta— Comento animado. —Muchas gracias, Mateo, es una tradición nuestra, ofrecerles una celebración a nuestros invitados internacionales— Explica sonriente. —Se lo agradezco la verdad— Digo y la miro a ella —Señorita Casas Mejía, un gusto verla de nuevo— Hablo cordial y le ofrezco mi mano, es que no tengo idea de cómo tratarla. —Lo mismo digo— Responde y estrecha mi mano. Observo su mano, y me doy cuenta de que ya no lleva el anillo que tenía esta mañana —¿Le ha ido bien en su recorrido por Madrid?— Me pregunta él y por un momento siento que tengo ganas de toser. Aclaro mi garganta mientras que ella me mira fijamente —Si, me ha ido muy bien. Su hija es una excelente guía turística— Le dejo saber y la miro a ella quien trata de no sonreír. —Qué bueno, me alegro mucho. Si quiere vaya por un trago y luego seguimos hablando— Sugiere. —Claro, con permiso— Digo amable, y me alejo de ellos. Miro a mi alrededor buscando al prometido de Aziel y no sé ni siquiera si me atreva a hablar con él después de todo lo que paso, «pero tampoco es que yo supiera de su compromiso ¿no?» Pienso y supongo que me estoy intentando convencer de todo esto para no sentir tanta culpa. —¿Me acompañas?— Escucho de pronto la voz de ella cuando estoy a punto de pedir un trago. Volteo para verla, y ahora si me atrevo a apreciar la manera que ese vestido largo color dorado le queda. Se ve increíblemente bien, aunque para ser sincero, la prefiero sin ropa encima de mi «Tranquilízate Mateo» Me reclamo. —¿Para qué?— Cuestiono mirándola a los ojos. —Tengo que hablar contigo, sígueme por favor— Insiste y respiro profundo. —Está bien— Digo finalmente y ella comienza a caminar hacia el interior de la casa. Una vez allí, hace que subamos la escalera, y no lo voy a negar, dudo demasiado en hacerlo, pero termino siguiéndola hasta que Aziel, hace que entremos a uno de los cuartos —Esto no está bien— Digo mirándola fijamente. —Escúchame por favor ¿sí? Tenemos que hablar de lo que paso y de lo que te dije— Me pide. —¿Qué me dirás? ¿Qué no quieres que tu prometido se entere? No te preocupes, no diré nada— Le respondo de inmediato y niega. —No, solo escúchame… te mentí, en realidad ya no estoy comprometida con él— Declara y me quedo inmóvil. «¿Por qué esto me está haciendo sonreír como un idiota?» Me cuestiono mientras que ella me mira como esperando a que diga algo.
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