[MATEO]
Su boca no le da tregua a la mía, me besa con tanta urgencia que nos hace caminar por esta suite hasta que ambos caemos en la inmensa cama y nos vamos acomodando en el centro de este colchón. Su cuerpo está aprisionado debajo de mí, pero sus manos son las que me retienen cuando enreda sus dedos en mi cabello y luego baja por toda mi espalda hasta llegar al final de mi camisa y la quita de adentro de mi pantalón —Aziel, espera—Le pido agitado sobre sus labios.
—¿Qué ocurre? ¿ acaso no quieres que pase esto?—Me pregunta clavando su mirada color mar en la mía.
—Deberías darte cuenta de que por supuesto quiero… ¿acaso no me sientes como estoy por ti?— Respondo haciéndola sonreír y ahora soy yo quien acomoda su cabello —Pero te acabo de decir el desastre que soy como hombre, ayer, si
