CAPÍTULO 11.

1800 Palabras

Mi mente divaga, siento mi cuerpo lazo y relajado, algo que no sentía desde hace un tiempo. Me puedo ver en medio del huerto, puedo oler la tierra mojada y mis manos cavan la tierra. Pero no lo hacen con la pala de mano como lo hago por general. Mis manos se hunden en la tierra y dejé mis manos en carne viva mientras saco tierra. La opresión en mi pecho se hace presente y casi puedo saborear lo salado de las lágrimas que ruedan por mi mejilla. De inmediato, un segundo recuerdo borroso aparece y solo distingo el pomo de una puerta. Mi respiración se agita. —Estás en un lugar seguro, Keira —escucho en un susurro suave y reconfortante. —Puedes salir cuando lo desees. —Mis ojos se abren y me quedo viendo el techo mientras pienso en lo que acabo de ver. Mi pulso está acelerado, pero me siento

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