Theo se pasa la mano por los labios y yo acomodo mi ropa para volver a sentarme. —Pasa, papá —respondo. Abre la puerta y se queda observándonos por un momento, siento que mi cara arde, no sé si de excitación por lo que acaba de pasar o por la vergüenza de que mi papá estuviera a punto de encontrarnos así. Me pongo de pie y me acerco para saludarlo. —¿Todo bien hija? —me interroga alzando una ceja. —Sí, claro, todo está bien —respondo—. Siéntate, por favor —le pido. —Los dejaré solos —se disculpa Theo y sale de la oficina. —¿Qué tal las vacaciones? —pregunta mi padre y se acomoda en la silla frente a mí. —Todo muy bien, fue una semana muy entretenida con la familia de Theo. —Me alegro, hija, se nota que la pasaste bien, te ves contenta y diferente —comenta. Me aclaro la gargant