CAPÍTULO 2. Mr. Chantaje

2017 Palabras
Soy el primero en llegar al salón así que tengo la libertad de elegir mi asiento, selecciono por supuesto uno de los puestos más alejados de la pizarra. Me siento y saco mi celular para sumergirme en mis redes y veo que tengo diez seguidores más este día en i********: y siete en Twitter. Algunos likes y cero comentarios. Tengo un canal en YouTube donde subo vídeos de covers, no tengo muchos, la mayoría son de hace casi tres años, cuando tenía dieciséis, y el más reciente es de hace un año. Siempre he amado cantar, aunque a mi familia le parezca un desperdicio de tiempo, a mí me encanta hacerlo para colmo de una familia plenamente empresaria. Pero una cosa es clara, mi pasión por más romántica que fuera no me daba que comer, y cuando no tienes mucha experiencia en algo no eres muy útil, que alguien te contrate así para que puedas prestar un servicio y ser remunerado de vuelta, las opciones son pocas. Así que como mantenido de mi abuela, debo estudiar esta carrera de mierda, que estoy seguro, me irá mal porque los números y yo no somos los mejores amigos. Antes de que pienses en muchas alternativas de trabajos para mí, déjame contarte que al salir de preparatoria, me mudé al departamento que me heredó mi abuelo al morir y lo hice con mi hermano, que en ese momento tenía quince, a él no se le dan bien los cambios, se esforzó mucho en ocultar la incómoda y ansiedad que le daba no tener una cocinera, o que yo hiciera la limpieza en general, la verdad fue un desastre al inicio, había heredado el departamento sí, pero no había heredado dinero para gastos extras o de consumo propio. Trabajé como bar ténder durante mucho tiempo pero eso no daba más que para la comida. Y eso no era lo único que necesitaba, debía pagar la preparatoria de Kurt. Las cosas no resultaron, no tenía tiempo para estar pendiente de mi hermano, no tenía tiempo de subir vídeos a YouTube, y definitivamente no le estaba dando a Kurt lo que necesitaba. Así que cuando mi abuela llegó a mi puerta con una propuesta la escuché, después de todo, ella al menos se había presentado, mis padres, a diferencia de ella que ignora lo que no le gusta, no soportaban los errores continuos de Kurt, su excesivo control para su comodidad o su falta de desenvolvimiento social, y a mí... Yo resulté ser una decepción al no querer estudiar negocios, yo quería ser cantante y estaba dispuesto a perseguir mis sueños, y tampoco estaba dispuesto a dejar que trataran s mi hermano como basura. Así que, cuando vi a mi abuela allí, regia, seria y con su cara de molestia al ver mi uniforme de trabajo, me quedé sorprendido. No hablamos mucho, sólo negociamos términos. Mi hermano era, o es un menor de edad que le corresponde estar con sus padres, aun cuando estos lo detestaran, sin decir que él debía asistir a la preparatoria y por más que trabajara no sé cuántos años seguidos, yo no podría cubrir los gastos de sus estudios. Hizo un trato conmigo, ella se encargaría de todos los gastos, apartamento, comida, estudios. Pero yo tendría que estudiar administración de empresas, y así, al pasar los años, quizás mi juicio aparecía, me había dicho. Eso aunque me molestara, era la única salida en ese momento, lo hice por Kurt y en parte por mí, mis sueños no estaban muertos, sólo estaban pausados, encontraría la forma de conseguir tiempo de retomar los vídeos en mi canal. Salgo de mis pensamientos cuando empiezan a entrar al salón, algunos hablan, otros vienen con el celular en la mano, y otro directamente van a sentarse en el primer puesto que encuentran. Veo entrar a alguien que conozco muy bien, y cuando me ve sonríe y niega antes de sentarse a mi lado. —Pensé que no venías hoy. —comenta Gael, mi amigo desde que tengo memoria. El sí está aquí de buena gana, después de un año sabático, decidió esta carrera y dio casualidad que a mi abuela y mi familia se les antojara que esta era la adecuada para mí. —Ganas no me faltaron, pero la verdad es que se me hizo tarde hablando con Kurt. — le respondo. — ¿Cómo está? Debe de hacérsele difícil ser el nuevo. —Sí, estaba prejuicioso con su ansiedad. Pero sé que estará bien, él tiene ese no sé qué de ternura que atrae. —Seguro. —Lo conoces. —Tanto como a ti —Pausa y saca su iPad — ¿Quieres los apuntes de la clase? Y hablando de apuntes, una personita de cabello chocolate con cara de molestia entra al salón, y no tarda en verme y darme una mirada de molestia que le devuelvo. Ella me agrada tanto como yo a ella. Ni más ni menos. En este partido, soy yo quien tiene la mejor mano de cartas. Yo la tengo en mis manos, y no voy a desperdiciar está información. Nadie dijo que yo fuera un alma pura y noble. A mí solo me preocupa el bienestar de mi hermano, mi tiempo y algo mi amigo. Algo, porque él sabe cuidarse. Yo sé que no me va a ir bien en algunas áreas, o que digo, la mayoría o quizás en su totalidad. Y ella puede ayudarme, tiene cara de que se le da bien esta área. — ¿La conoces? — me pregunta Gael y recuerdo que tenía su atención puesta sobre mí porque no le había respondido su pregunta sobre los apuntes. —No, no mucho. Cruzamos palabras esta mañana. —Pues parece que discutieron —observa él como siempre atento a cualquier detalle que a un común se le pasaría—, porque la mirada que se dieron fue, poco amistosa. —Ah, pero si no sabes lo que pasó — entra el profesor y todos empiezan a enderezarse en sus asientos y cortar las conversaciones —, te cuento luego, pero sí, no tenemos una conexión amistosa que digamos. El asiente y yo trato de concentrarme en la clase. Y aquí, la cosa es que dije “trato” porque no pude hacerlo, no entendía nada, y cuando trataba de concentrarme, mi mente se iba alejando poco a poco de la pizarra, la voz del profesor se volvía una chicharra al fondo y me encontraba divagando en cosas que quería hacer al momento, o lo que tengo pendiente por hacer, y cuando me di cuenta, la clase había terminado y ya no había anotado nada. Pero, alguien sí. Y no, no mi amigo. Cuando finalizó la clase, le dije a Gael que tenía algo que hacer y que nos veíamos en el día siguiente. Me dio una mala mirada porque iba a faltar el resto del día a clase, pero no dijo nada. Sabía que debía tener un plan, o algo más importante. Eso es bueno de nuestra conexión, no son necesitamos palabras. Cuando él salió del salón, yo me acerqué a cierta persona que hasta el momento, no me había dicho su nombre, pero que guardaba sus cosas sin cuidado y con el entrecejo marcado. — ¿Bonito día? —pregunto para avisar mi presencia con sarcasmo. Ella sigue guardando sus cosas pero me da una mirada para que sepa que tengo su atención. —Bien, mira, hagamos algo, tú me mandas todos tus apuntes, resúmenes y me incluyes en cualquier trabajo que tengamos este primer semestre, y yo me convierto en tu caja de secretos oscuros y prohibidos. — propongo embozando una de mis mejores sonrisas. A veces funciona. Me ha funcionado antes, la verdad. —No. — ¿No? —repito su pregunta y me apoyo en otro asiento cercano para ponerme cómodo. —Es mucho para que sólo guardes que me viste besándome con Adam —guardó todas sus cosas y se guinda su bolso y me mira con sus ojos chocolates molestos—. No soy menor, y lo que pasó es con consentimiento de ambos. Yo me cruzo de brazos, y le doy una mirada. —Tiene razón, y en otro momento ni comentara, es su problema, y no me importa ni debe importarle a nadie. Pero, ciertamente, no es ese otro momento —encojo mis hombros y abro los brazos con las palmas levantadas mientras elevo una ceja—, y el mundo no es justo y toda esa retahíla de dichos que te vienen a la cabeza en momentos que te pasa algo que según tú no mereces. Parece que en este momento el mundo me hizo el villano su versión, me importa poco lo que sí sé es que necesito sus servicios, y el precio a pagar por ello es mantener mi silencio. —Pero, tu querido Adam es un profesor de esta institución, y tú—la señalo con mi dedo índice para enfatizar — tú no eres más que otra estudiante que no debe romper las reglas porque no eres excepción. Y sí, ciertamente no te perjudicaría a ti, pero a él sí. Ella achica sus ojos, ve a su alrededor antes de hablar, pero no hay nadie, yo me aseguré de esperar que todos estuvieran fuera cuando empecé a hablar. —No entiendo por qué lo haces. —Por los apuntes, es simple, tal y como suena. —Eres una mierda. —Sí —concedo de acuerdo—, pero una que brindará un servicio de silencio a cambio unos simples apuntes, vamos, no es que cueste mandar unas fotos de tu cuaderno, o hacer una copia de un resumen, o añadirme en algún trabajito. — ¡Tú lo que quieres es que te pase el trimestre a costa mía! —acusa con una mano en la cintura y la otra me señala con su dedo índice, antes no me había fijado pero llevaba una manicura de un rojo súper chillón. Me desconcentra. —No, quiero que me ayudes porque no tengo mucho tiempo y esta carrera no es mi fuerte. —Lo que hagas con tu tiempo no es mi problema, y si no es tu fuerte —se encoge de hombros y termina por cruzarse de brazos alzando el mentón mientras sus pupilas se volvía pequeñitas— ¡haberlo pensando antes tarado! Yo dejo de apoyarme en la mesa y me levanto, estamos a unos cuantos pies de distancia, un metro y medio quizás. —Bueno, entonces deberías testearle a Adam —supongo que ese es el nombre del profesor—que vaya buscando otro trabajo, porque voy a darme una vuelta por la oficina de la directora. Empiezo a caminar para salir del aula y espero que me llame. Doy un paso, y luego otro, y otro, y otro. No sé cuantos pasos doy pero cuando cruzo la puerta, estoy molesto, la verdad ya me había hecho la idea de que iba a hacer con mi tiempo libre. Saco mi celular y estoy por testearle a Gael cuando la escucho. — ¡Ey! Espera, espera, está bien. — grita alcanzándome. Yo me tono mi tiempo para sonreír y levantar mi vista de la pantalla. —Pero sólo la mitad del semestre. —Sólo el primer semestre. —Mitad. —El primero. — insisto. Ella me da una mala mirada, y empiezo a acostumbrarme. —Bien, pero sólo este y no más, y no harás más chantaje luego. —Bien. —levanto las palmas en son de paz y muestro toda mi dentadura como un plus. —Vale —se lleva las manos al bolsillo de su jean y saca un celular y me lo extiende—, anota tu número aquí para que pueda mandarte los apuntes de hoy. Yo lo tomo y anoto mi número, aprovecho y me marco bajo su mirada, para guardar el suyo. —Kale — lee en voz alta mi nombre cuando lo tiene de vuelta — Mr. chantaje. Eso último lo añade ella. Le guiño un ojo. —Ese soy yo.
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