Días después: 30 de mayo Desde pequeña, mi padre me leía cuentos de princesas antes de irme a dormir. Era una especie de rito que teníamos, y a mi me encantaba cerrar los ojos y soñar con aquellos apuestos príncipes que rescataban a las doncellas para luego vivir felices para siempre. Sin embargo, con el pasar de los años comprendí que no quería ser la doncella que rescataran, sino que quería ir a la par del príncipe y ser feliz a su lado. Lo que nunca imagine, es que la vida jamás dejaría de sorprenderme, mejor dicho, sorprendernos. Creo que ninguno de los dos sabe muy bien que decir. Estamos sentados en el borde de esta cama con el mar mediterráneo asomándose a través de las amplias puertas de vidrio que dan al balcón, y simplemente miramos a la nada. —Al menos ya nos hemos casado —pr