Mimi ladró sin ser escuchada, no le gustaba ver a tantos rostros desconocidos y en un mal momento asustó a uno de los trabajadores y una tabla cayó junto a ella. Charles la levantó – este no es lugar para ti Mimi – le dijo con voz calmada y la pequeña se arremolinó en sus brazos sintiéndose más segura – te llevaré dentro, ¡sigan con eso! Era de mañana, el día comenzaba y al entrar Charles buscó el estudio y entró lentamente. Era el turno de Eliza, las amistades de Elena se habían dado a la tarea de turnarse para cuidarla y la señora Julieta decidió quedarse a vivir en la mansión para no despegarse de Elena ni siquiera un momento, al ver a Charles, se levantó – mi lord. – Buenos días, encontré a Mimi allá afuera, hay muchos escombros y herramientas, no es seguro para ella. – Muchas gra