Tras comprobar que todos estuvieran muy bien vestidos para no agarrar algún resfriado. Decidimos salir al exterior, donde a Paul se le ocurrió la brillante idea de jugar al ponchado con un balón desinflado, el único que tenían por el momento. Ya que éramos diez, los equipos quedaron parejos, yo era la líder de uno de ellos, mientras que Ryan era el líder del equipo contrario. A mis espaldas se ocultaban, Camila, Katia, y Paul, mientras que a Brooke la mantenía colgada de mi espalda como si fuera un koala, corríamos de un lado a otro fastidiando a nuestro oponentes, al ser tan difícil de sacarnos del juego con sus fallidos tiros. Jack nos observaba a la distancia, al pie de la casa junto con Mónica, no habían dejado de hablar sobre Dios sabría qué cosas desde que los había presentado,