Aquella noche cerramos casi a las cuatro de la mañana, cuando el cielo comenzaba a aclararse lentamente, debido al sol que se asomaba por entre las montañas. Nos habíamos detenido frente a un supermercado de 24 horas antes de ir a casa, por petición de Jack, quien se entretuvo un buen rato comprando cosas que ni siquiera llegué a enterarme de que eran, ya que me había quedado afuera en medio de la calle, esperándolo. Cuando salió del local, minutos más tarde, llevaba entre sus manos una bolsa repleta de cosas, solté un largo respingo ante semejante despilfarro de dinero por su parte. A pesar de la discusión ocurrida horas atrás, Jack había vuelto a ser el mismo de siempre, todo lo contrario a mí, quien no lograba aún sacarme sus palabras de mi fuero interno, causando que me fuera cada